La casa que presentamos hoy, obra del estudio lisboeta Pedro Domingos Arquitectos, se ubica en una zona residencial de Oeiras, una pequeña localidad próxima a la capital portuguesa. La cercanía a las vías de la línea ferroviaria Lisboa – Cascais y el entorno algo saturado de pequeñas casas condicionó la disposición de la vivienda.
Se necesitaba crear un lugar de retiro, un espacio donde vivir, trabajar y relajarse, que albergara, además, una biblioteca y una pequeña colección de arte. Con estas premisas, el equipo de Domingos optó por articular todas las estancias alrededor de un gran patio interior cuadrado de 11,5 metros de lado y 5,75 metros de altura.
Esta zona actúa como elemento central de la casa, proporcionando intimidad, luz abundante y también zonas de sombra, recreando una atmósfera similar a la de los patios mediterráneos tradicionales. La presencia y el sonido de una lámina de agua que fluye contribuye así mismo a atemperar esa necesaria tranquilidad.
Por su parte, la vivienda se organiza como un espacio fluido, sin puertas interiores, desde las zonas comunes del sur y el este hasta las estancias privadas del norte. Una ruta interna donde se va jugando con dimensiones, alturas e incidencia de la luz natural para definir sutilmente cada área.
Cabe destacar la presencia de otros dos patios interiores, uno pequeño al norte para iluminar al alimón la biblioteca y el dormitorio, y otro más extenso en el límite sur, junto al aparcamiento y la cocina, que con el buen tiempo sirve de comedor al aire libre. El inventario de habitaciones se completa con una sala de estar, un comedor, baño, aseo, un amplio despacho y una zona de archivo, además de unos extensos jardines perimetrales.
En cuanto a la construcción, se ha buscado deliberadamente la austeridad y la sencillez, con el protagonismo indiscutible de la luz, filtrada a través de grandes ventanales enmarcados estratégicamente distribuidos por toda la casa. En las paredes se utilizó yeso pigmentado: blanco en exteriores y habitaciones, y terroso-rojizo para los patios, lo que les da una fuerza especial. A su vez, los suelos interiores son de hormigón pigmentado, las puertas de metal y los techos de hormigón visto.
Así pues, se ha conseguido ese carácter introspectivo que requería el proyecto sin renunciar a la luminosidad o la calidez cromática, complementadas con un paisajismo que lo hace aún más acogedor. Un hogar espartano pero que rezuma bienestar y serenidad por los cuatro costados.
Fotografías © João Carmo Simões