A veces resulta difícil saber de dónde surge la inspiración de un artista, pues hoy en día hay muchos estímulos a los que recurrir: fotografías, recuerdos, la propia naturaleza, internet, la filosofía… ¿La filosofía? Bueno, aunque no sea una fuente muy visitada a la hora de encontrar musas, sí que fue la clave, por ejemplo, para el nacimiento de la lámpara dinámica Panta Rei Light Cube.
Este cubo luminoso fue concebido recientemente por tres estudiantes de diseño industrial del Politécnico de Milán: el chileno Luis H. Vicencio y los italianos Fabrizio Guarrasi y Mattia Antonetti. Su trabajo para el módulo de Diseño en Iluminación se basó en el pensamiento de Heráclito de Éfeso, el filósofo presocrático que acuñó la conocida frase de «Todo fluye, (precisamente, panta rei en griego), nada permanece» para expresar la idea del cambio continuo en todos los ámbitos de la vida.
Esta original lámpara-escultura en madera, con una estructura cúbica externa de 20 centímetros de lado, esconde su auténtica personalidad en el interior. Cuando se encuentra apagada, su diseño a base de huecos superpuestos -cuadrados o circulares- que se van estrechando conforme avanzan hacia el fondo recuerda a un mapa topográfico, creando sombras, volúmenes y un efecto decorativo por sí misma. El contraste entre el blanco luminoso de esta zona y el veteado oscuro del exterior aumenta su encanto.
Es entonces cuando entra en juego un segundo cubo de madera, mucho más pequeño, que es el encargado de activar mediante imanes este objeto enigmático a primera vista. Conforme lo vamos deslizando por el centro de la cara superior de su hermano mayor, pone en marcha un sistema de encendido que activa o desactiva las filas de LED incluidos en cada uno de los niveles.
Así pues, jugando con la posición y la velocidad de paso de este pequeño dado, podemos recrear el efecto del flujo perpetuo al que se refería el filósofo griego. Según sus creadores, es una representación tangible, «morfológica, lingüística y estética» del cambio y la transformación continua a lo largo del tiempo.
La luminosidad fluye, por tanto, con la cadencia que deseemos. Somos dueños de la luz durante un instante y, al parar el cubo en una determinada posición, podemos también regular la iluminación ambiental definitiva de la habitación.
Una propuesta ingeniosa y nada compleja en cuanto al concepto, pero que resulta innovadora por el empleo inusual en esta pequeña lámpara de las nuevas técnicas en iluminación o por la manera de tratar la luz como un elemento cambiante y dinámico.
Imágenes cortesía Mattia Antonetti, Fabrizio Guarrasi, Luis H. Vicencio.
