Proyecto de Wim Goes Architectuur en Flandes (Bélgica).
Se trata de la típica granja orientada norte-sur, ubicada en las tierras de cultivo flamencas, en un terreno enmarcado por sauces y rodeado de pantanos, arbustos y un lago. El paisaje evoca tranquilidad, simpleza y memoria. «Refugio» es el nexo entre paisaje y arquitectura; ninguno quiere sobresalir sobre el otro, y tampoco destacar por novedoso. Está hecho de madera -con la experiencia del maestro carpintero Florent De Spiegeleir (Flances, Bélgica)-. El suelo de madera sobresale sobre el lago y las vigas de madera sostienen la cubierta de tejas rojas, que dirigen el agua hacia los caños de cobre, devolviéndola al lago. El cobre rojo, al igual que la madera, forma una pátina que, al envejecer por el paso del tiempo, encuentra su belleza.
Las puertas correderas protegen el espacio interior del viento, la temperatura y el ruido. Con la libertad de alterar el refugio con el cambio de estaciones, la arquitectura se convierte en una especie de herramienta entre la naturaleza y la presencia humana; se trata de aprender a interactuar con los elementos.
Tras vivir durante años en él, los clientes confesaron conocer el paisaje de una forma distinta después de la intervención del estudio. Lo curioso es que el paisaje no cambió, pero sí se alteró la percepción. La arquitectura no está destinada a retratar un estado mental; la arquitectura necesita diseñar un espacio que acoja un estado mental diferente en cada momento. Convivir con la naturaleza no es ni una cuestión estética ni un comportamiento. Es un estado mental.
F0tografías
Kirsten Daem 1, 2, 4, 5, 6
Laura Braun 3, 7, 8