En un mundo cada vez más atenazado por los fanatismos religiosos, reconforta la existencia de lugares e instituciones que ofrecen puntos de encuentro para todas las creencias. Uno de ellos es la Capilla Rothko, un santuario espiritual situado en Houston, Texas.
Fundada en 1971 por los filántropos y coleccionistas de arte estadounidenses John y Dominique de Menil, es un lugar de meditación a disposición de cualquier persona, sea cual sea su fe. Un edificio austero de planta octogonal con un amplio espacio interior iluminado por luz cenital, carente de símbolos religiosos, donde los protagonistas son los catorce enormes murales pintados por Mark Rothko.
Se trata de lienzos monocromáticos en colores oscuros, con unas composiciones simples que invitan a la introspección. La especial disposición del techo permite que tanto la estancia como las pinturas estén iluminadas por luz natural, que muestra todos los matices de cada pincelada.
Este influyente artista norteamericano de origen ruso ya había descartado en esta época sus característicos colores brillantes de los años 50 (rojos, naranjas, amarillos y rosas), buscando la expresión personal en tonalidades más sombrías.
En el exterior, la asombrosa escultura de Barnett Newman «Obelisco Roto» se asienta en el centro de un estanque como homenaje silencioso y perpetuo a Martin Luther King.
La Capilla Rothko nació con dos objetivos fundamentales. El primero es la contemplación, por lo que resulta un lugar vivo, donde se ofician ceremonias litúrgicas para todos los credos, al tiempo que se promueve el ecumenismo y la comprensión de cada fe y tradición. El segundo es la acción, enfocada hacia el apoyo a los derechos humanos. Por ello, este lugar se ha convertido en una cita ineludible para defensores de la paz, la libertad y la justicia social de todo el mundo, desde personas anónimas hasta personajes tan carismáticos como Nelson Mandela o el Dalai Lama. Y todo ello a través del arte.
Una misión que tiene sus antecedentes más cercanos en dos construcciones de los años cincuenta situadas en suelo francés: la famosa Capilla Notre-Dame du Haut en Ronchamp -obra emblemática de Le Corbusier- y la Capilla del Rosario, en Vence, concebida por Henri Matisse y para la que el artista diseñó desde el mobiliario y los objetos de culto hasta las vidrieras.
Fotografía via Rothko Chapel, Hickey-Robertson, Sofía van der Dys, Chad Kleitsch, J. Griffis Smith, Thomas Struth, Adelaide de Menil CArpenter, Romano CAgnoni.