Es evidente que todos decoramos nuestro hogar con muebles y complementos que transmiten algo de nuestro propio carácter, pero en ocasiones, la personalidad de un propietario puede impregnar y dirigir por completo la arquitectura misma de la vivienda.
Esto es algo que se refleja de manera muy llamativa en un reciente proyecto del estudio japonés Airhouse Design Office, liderado por Keiichi Kiriyama. La idea era renovar un apartamento de hormigón armado con una antigüedad de 40 años en Jiyugaoka, un barrio de Tokio muy de moda en la actualidad. Con abundantes tiendas de ropa, restaurantes, cafés y establecimientos de decoración, se ha convertido en uno de los lugares más atractivos para vivir de la capital nipona.
En este caso, la clienta fue muy explícita: quería un armario enorme para su ropa. Al ser una apasionada de la moda y disfrutar tanto probándose prendas o mostrando sus nuevas adquisiciones, Kiriyama pensó que sería una lástima ocultar por completo los vestidos. Y en una vuelta de tuerca genial, organizó todo el espacio de la vivienda en torno a un gran vestidor transparente.
Situado en el centro del apartamento, este pasillo en zigzag conecta el salón-comedor con el dormitorio, siendo el verdadero eje de la casa. Unas grandes puertas correderas de cristal exhiben los modelos como si formaran parte de una exposición o del muestrario de una tienda, y los protegen del polvo.
El protagonismo de esta zona es indiscutible, ya que incluso hay que introducirse en el vestidor para acceder a los dos baños. Así pues, constituye una mezcla de lugar de paso, espacio elegante de almacenamiento y testigo de los cambios de decorado en función de la estación del año.
Según comenta el propio arquitecto, su propósito fue mezclar vida y moda, de manera que la clienta pueda cambiar su estado de ánimo cuando pasee por la casa. Además, representa un contraste equilibrado entre la frialdad del hormigón visto -presente en todas y cada una de las estancias- y la explosión de color tras los cristales. Unas tonalidades que irán cambiando continuamente para seguir el dinamismo vital que desprenden las habitaciones irregulares de Kiriyama.
Fotografías: Toshiyuki Yano.