La capital portuguesa contará a partir de octubre de este año con un centro cultural impactante. Situado en el paseo marítimo del barrio de Belem, el Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MAAT) abrirá las puertas de sus 7.000 metros cuadrados para exposiciones, actos públicos y participación comunitaria, en general.
Se trata de un encargo de la Fundación EDP (Energias de Portugal) al prestigioso estudio británico de arquitectura AL_A, fundado por Amanda Levete. Este proyecto transforma el acceso al Tajo desde la ciudad y consolida la renovación del barrio lisboeta. Con un diseño liderado por Max Arrocet, uno de los directores de la firma londinense, el museo explorará las conexiones entre arquitectura, tecnología y arte contemporáneo.
Los factores que se han tenido en cuenta a la hora de concebir esta obra han sido el contexto (el río y el entorno histórico), el uso (museo y espacio de encuentro de la comunidad) y la variabilidad del paisaje (en especial, la marea alta). Con estas premisas en mente, se ha creado un edificio de baja altura, integrador, a partir de formas orgánicas onduladas. Emulando el oleaje, la estructura crece y se eleva para luego esconderse bajo el suelo. De esta manera se consigue conectar la costa y el corazón de la ciudad sin ocultar ambas realidades.
Por otra parte, se fomenta la permeabilidad entre el interior y el exterior, lo que permitirá a la gente caminar bajo la edificación y sobre ella. El gran tejado del edificio se convierte así en un espacio público cambiante. De día, será un lugar para reunirse, con unas magníficas vistas sobre el estuario y la ciudad vieja. Por la noche, se transformará en un cine al aire libre con Lisboa como telón de fondo.
Además, esta fluidez se completa con una nueva pasarela sobre la carretera y las vías del tren para acceder al núcleo urbano.
La rica herencia cultural de Lisboa está presente en las fachadas del museo y en los espacios públicos abiertos. Las cubiertas de azulejos esmaltados se inspiran en la colorista cerámica del país, reflejando el brillo del agua sobre el techo en voladizo, mientras que las zonas de paso están pavimentadas con el tradicional empedrado portugués.
Con la marea alta, los escalones que conducen hasta el mismo borde del agua se ven parcialmente sumergidos, difuminando aún más la separación entre ambos mundos.
Fotografias AL_A