El fotógrafo madrileño Daniel Beltrá es un apasionado de la naturaleza. La belleza y la complejidad de los diversos ecosistemas son para él una fuente continua de inspiración. Pero si algo distingue el trabajo de este veterano artista afincado en Seattle es su capacidad para capturar el impacto del hombre sobre el medio ambiente.
Durante las dos últimas décadas ha ido recorriendo buena parte del mundo en busca de imágenes que expresan sin paliativos el enfrentamiento cada vez mayor entre los intereses humanos y el medio natural. Entre otros destinos, ha viajado por la Amazonía brasileña, Groenlandia, Islandia, Indonesia, los campos de hielo de la Patagonia y el Océano Antártico.
En cada uno de esos remotos lugares ha sido testigo de los daños causados a la flora, la fauna o al propio paisaje; y nos lo muestra a través de su objetivo. Así, por ejemplo, un joven oso polar que mira de frente a la cámara parece interrogarnos sobre el motivo de la progresiva desaparición de su hábitat. O la sequedad solitaria de un castaño del Brasil, abatido sobre un campo de soja, nos da una idea clara del expolio de la selva tropical para ganar tierras de cultivo y pastos.
A fin de captar toda la intensidad de estas transformaciones, Beltrá toma a menudo sus instantáneas desde el aire y las exhibe en gran formato. Glaciares resquebrajados y cubiertos de hollín en los polos, sequías extremas, inmensos movimientos de tierra para levantar presas o explotar la madera y los recursos minerales de bosques milenarios. Son fotografías expresivas, rotundas, auténticas cicatrices que provocan una punzada en el espectador.
Como la de su obra más reconocida hasta la fecha, Spill, sobre el vertido provocado por el accidente de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en el Golfo de México en 2010. Un trabajo que documenta la magnitud del desastre ecológico y las labores de recuperación posteriores, con el que consiguió el premio Wildlife Photographer of the Year 2011, el galardón más prestigioso que puede obtener un fotógrafo de la naturaleza.
Sin embargo, a pesar de la devastación que relatan, las imágenes de Beltrá siempre tienen un punto de magia y melancolía, a veces casi lírica, como sus ilustraciones del fluir de los ríos islandeses o ese espectacular iceberg desmoronándose a la deriva en el Antártico bajo un cielo gris. Toda una metáfora del cambio climático y la finitud de los recursos naturales del planeta.
Imágenes cortesía Daniel Beltrá