A la hora de diseñar este nuevo espacio público, los arquitectos aragoneses Héctor Fernández Elorza y Manuel Fernández Ramírez se enfrentaron a varios retos. En primer lugar, tenían que hacer frente a un notable problema acústico, ya que el límite noroeste del parque viene definido por la llamada Ronda Hispanidad (o Tercer Cinturón), con abundante tráfico rodado que proyecta ruido hacia las urbanizaciones colindantes de un barrio en crecimiento. Estas viviendas, además, se asientan en una zona elevada de la capital aragonesa, alcanzando el desnivel una cota máxima de 14 metros.
Para vencer ambos obstáculos, se decidió levantar una colosal barrera sonora compuesta por un sistema de muro por tierra armada. La contención del terreno se consigue mediante cuatro enormes escalones retranqueados entre sí 1,5 metros, realizados a base de grandes cantos rodados retenidos por un entramado de mallas de acero galvanizado.
El siguiente desafío venía dado por la evacuación de aguas de lluvia. Al ser una estructura lineal de unas 2,5 hectáreas, con 415 metros de longitud y una anchura media de 60 metros, y no haber ya una diferencia topográfica apreciable en el extremo suroeste, se optó por una balsa de laminación. Para crearla, se construyó otro muro gigantesco e icónico, esta vez de 100 metros de largo y 10 metros de altura máxima. La balsa es en realidad una plaza multiusos soterrada de gran superficie (3.150 m2). Su posición protege a los usuarios del intenso cierzo que sopla con fuerza en esta zona alta de la ciudad, por lo que el espacio puede usarse durante todo el año.
Esta infraestructura cuenta con cuatro escaleras ubicadas en sus esquinas, que comunican el nivel de la ciudad con la plataforma del barrio y dan acceso a la plaza interior. Además, se han incorporado diversas rampas dentro de los propios muros para acceso peatonal y de vehículos de servicio.
El acondicionamiento interior de los espacios verdes supuso el último reto del proyecto, que se resolvió a través de plataformas escalonadas conectadas entre sí. Tenemos así una sucesión de plazoletas, arboledas y rampas bastante dinámica, delimitadas por finas paredes de hormigón. También se dispusieron dos miradores -a modo de atalayas sobre el barrio y el Canal Imperial- equipados con pérgolas metálicas para facilitar zonas de sombra.
Parque Venecia representa, en suma, la vivacidad y el empuje decidido de las áreas en expansión de Zaragoza.
Fotografías Montse Zamorano