Que África es el continente más necesitado de ayuda no es un secreto. Millones de personas siguen muriendo a causa de la escasa asistencia sanitaria, sobre todo en áreas rurales, donde las vías de comunicación son muy precarias.
Invertir en carreteras o trenes para hacer llegar suministros médicos a los lugares más aislados supone un reto que pocos países pueden asumir, además de requerir varios años de trabajo sobre el terreno. Sin embargo, ¿por qué no probar soluciones de tecnología punta que no necesiten infraestructuras a gran escala, como los drones?
Jonathan Ledgard, fundador de la Pioneering Redline Cargo Drone Network y con una experiencia de 10 años en África como corresponsal para The Economist, imaginó una red continental de pequeños aeropuertos para drones trasladando con facilidad equipo médico de urgencia, vacunas o bolsas de sangre. Así que se puso en contacto con un reconocido piloto de aviones, planeadores y helicópteros que, «en sus ratos libres» se dedica a proyectar algunos de los mayores aeropuertos del planeta: Norman Foster.
Al premio Pritzker le entusiasmó la idea y se puso a trabajar junto a sus compañeros de Foster + Partners Roger Ridsdill Smith y Narinder Sagoo en el prototipo de Droneport, presentado en la reciente Bienal de Venecia y construido en los propios terrenos del Arsenale.
Su audaz propuesta pasa por crear un elemento dinamizador de la comunidad que, aparte de permitir el aterrizaje seguro de las aeronaves no tripuladas, se convierta en un instrumento de cambio real. Por ello, el proyecto incluye un centro de salud, un taller de fabricación digital, sala de correo y mensajería, y un centro impulsor del comercio electrónico.
En cuanto a la arquitectura, se trata de un armazón modular con un kit que incluye el encofrado básico y una prensa para fabricar ladrillos. La arcilla para elaborarlos y la roca para los cimientos son aportadas localmente, reduciendo costes y aumentando la sostenibilidad.
Se parte de una estructura abovedada de ladrillo que puede montar fácilmente la población local, expandible a voluntad uniendo bóvedas en función de la demanda progresiva de espacio. Es un concepto inspirado en los armazones hinchables diseñados para ser usados en la Luna.
Droneport será también un centro de fabricación de drones, contribuyendo así al empleo local. El primer hangar operativo se empezará a construir este año en Ruanda y Foster ya ha comentado que el sistema puede utilizarse para albergar otro tipo de instalaciones, como mercados, escuelas y hospitales.
Todas las imágenes son propiedad de la Fundación Norman Foster