La línea 9 del metro de Barcelona, con 24 estaciones ya en funcionamiento, se convertirá cuando finalice su construcción en la línea subterránea más larga de Europa, con casi 48 km de recorrido.
Esta singularidad tenía que reflejarse en su arquitectura y así lo ha reconocido este mismo año el jurado de los premios FAD, que ha elegido como mejor proyecto de Interiorismo 2016 las estaciones de Europa Fira, Parc Logístic y Mercabarna. El trío ganador es obra del estudio catalán de arquitectura Garcés De Seta Bonet, que apostó decididamente por el brutalismo arquitectónico.
Su planteamiento parte de una propuesta más geológica que edificada, al aprovechar las condiciones asociadas a una obra subterránea con el mínimo de medios. Su objetivo era usar el menor número posible de materiales en la obra civil, reduciéndolos hasta los estrictamente necesarios.
Así pues, emplearon como elementos decorativos los propios forjados de hormigón visto, amplios revestimientos con planchas metálicas, grandes paneles de aislamiento acústico unidos al hormigón en los techos, pisos de baldosa y bancos prefabricados. Incluso en los muros pantalla vistos se tuvo en cuenta la notable irregularidad de la superficie del hormigón fraguado in situ como medio para intentar desanimar a los grafiteros.
Este rudo interior, en el que destaca sobremanera el mobiliario característico del metro barcelonés (máquinas expendedoras, tornos, señalización), se completa con barandillas y pasamanos de metal, luces industriales en diferentes diseños y ascensores de cristal.
Además, el proyecto requería la incorporación de puertas de andén para cerrar el acceso a las vías, que se han logrado integrar como un elemento positivo en la composición general, evitando la sensación de un añadido posterior.
Según sus arquitectos, el proyecto puede interpretarse como una intervención atemporal, no sujeta a los materiales o tendencias de moda en la época de su construcción, unas estaciones que envejecerán bien y que son fáciles de mantener.
También puede leerse como un plan de acción para controlar cada uno de sus espacios integrantes: accesos, vestíbulos, andenes y todo el perímetro, o bien como una estrategia para llevar la mayor cantidad de luz natural al interior de las estaciones.
El resultado, aunque estimulante, se enfrenta a la percepción por parte del público de la austeridad conceptual del brutalismo. Algo que pueden no entender algunos de los usuarios de la línea naranja, para los que las tres estaciones siempre estarán por acabar.
Fotografías Garcés De Seta Bonet