Todo entusiasta de las caravanas tiene en mente su modelo ideal para recorrer el mundo a su aire. Unos las prefieren grandes, con amplios espacios interiores y múltiples prestaciones, mientras que otros se decantan por vehículos más pequeños o bien los van personalizando. Incluso hay quienes son fanáticos a ultranza de las autocaravanas, que son las casas móviles por excelencia.
Pero sea cual sea el estilo de remolque elegido para disfrutar en libertad de la naturaleza, seguramente todos se van a enamorar de la espléndida propuesta del arquitecto holandés Eduard Böhtlingk.
Su originalidad reside en el diseño atípico de una caravana extensible, denominada «De Markies» -El Toldo, en español-. El cuerpo principal de la caravana mide 2 m x 4,5 m, y alberga una cocina, una zona para comer y un área de almacenamiento. Hasta aquí, nada fuera de lo corriente, pero tiene la asombrosa propiedad de desplegar sus alas como un pavo real en cuestión de segundos para triplicar su superficie y crear dos espacios extra bien diferenciados.
El milagro se consigue a partir de unos toldos de vinilo y un mobiliario plegable oculto en los costados del remolque. Uno de los lados se transforma en un dormitorio para cuatro personas, con un toldo opaco de color naranja en aras de la privacidad nocturna.
Por su parte, la otra zona se convierte en una agradable sala de estar para contemplar el paisaje y puede cubrirse con un toldo transparente. También se puede dejar este espacio diáfano para la vida familiar, disfrutar de una buena charla con otros campistas e incluso pasar un rato pescando si se acampa cerca de un río.
La vistosidad de los naranjas escogidos para la cubierta y el mobiliario, así como el uso del acero inoxidable y los toques en blanco, hacen muy atrayente este proyecto holandés. De hecho, quizá alguien pueda pensar que se trata de una novedad en el mercado, pero lo cierto es que Böhtlingk diseñó su caravana en 1985 para tomar parte en un concurso sobre opciones de viviendas temporales. Más adelante, esta casa rodante sería galardonada con el premio del público en el Rotterdam Design Prize de 1996.
La verdad es que debe de ser todo un espectáculo ver la transformación de un remolque algo anodino -y sin ventanas en los laterales, no lo olvidemos- en algo tan peculiar y atractivo como «De Markies».
Imágenes gentileza Roos Aldershoff, Eduard Böhtlingk.