Cuando un artista tiene formación científica y afán divulgador, los resultados de sus obras pueden resultar sorprendentes. Es el caso, por ejemplo, del fotógrafo estadounidense Daniel Kukla (Indianapolis,1983) y de su reinterpretación de los paisajes desérticos.
Este licenciado en biología y ecología evolutiva, con gran experiencia en fotografía documental, vivió todo el mes de marzo de 2012 en una cabaña del Parque Nacional Joshua Tree, en el sur de California. Su estancia, becada por el Servicio Nacional de Parques de Estados Unidos, le permitió visitar buena parte de este espacio natural de más de 3.000 km2 situado en la frontera entre los condados de Riverside y San Bernardino, así como las zonas donde el desierto de Sonora se fusiona con el de Mojave.
Durante sus caminatas se dio cuenta de que en esta gran área se sucedían varios ecosistemas o hábitats diferentes que llegaban en ocasiones a convivir en ciertos espacios. Es lo que se conoce en ecología como «efecto de borde», que puede dar origen a un incremento de la biodiversidad local.
Para documentar esta confluencia singular de terrenos, a Kukla se le ocurrió capturar imágenes armado con un caballete de pintor y algo particularmente original, sobre todo si lo que uno tiene que recorrer es un entorno desértico: ¡un espejo cuadrado de buen tamaño!
Aunque la idea nos parezca algo peregrina, el resultado -que el artista denominó The Edge Effect– es ciertamente sugestivo. Con su ojo entrenado de fotógrafo, logró situar caballete y espejo de manera que mostrasen el contraste entre los distintos entornos en las fotografías. Así, jugando con ángulos y posiciones de los materiales de trabajo, podemos asistir a amaneceres o puestas de sol engañosas, donde la luminosidad del paisaje rocoso reflejado resalta en la oscuridad circundante.
Además de estos juegos de noche-día, sus instantáneas también aprovechan el efecto de situar imágenes del cielo dentro del terreno, creando mundos alternativos donde conviven en el mismo plano un cielo estrellado o los tonos rojizos del anochecer con el escaso verdor de los árboles de Josué y los matorrales. Sucesiones de tonos, texturas y momentos que captan toda la variedad de la reserva natural mediante ilusiones ópticas.
Así mismo, Daniel Kukla compone modernos trampantojos al intercalar el paisaje reflejado con el fondo del entorno, engendrando audaces mezclas rocosas sin interrupción aparente en el horizonte. Parece mentira que con unos elementos tan sencillos se puedan conseguir metáforas tan potentes como estas.
Fotografía: Daniel Kukla