Cuando se dispone de una ubicación privilegiada para construir, todo resulta más sencillo. Es el caso de Villa Platan, un proyecto reciente del estudio de arquitectura y paisajismo danés ADEPT.
Diseñada a partir de cuatro volúmenes rectangulares unidos de forma fluida, esta segunda residencia de 180 m2 aprovecha al máximo su situación a orillas del mar. El uso de materiales en colores naturales, como el ladrillo Kolumba en tono gris arena o la madera de roble para marcos e interiores, da solidez y elegancia a la propuesta. Este ladrillo artesanal, más alargado, acentúa la fusión entre los cuerpos de la estructura y permitió elaborar piezas especiales para conseguir unas atractivas esquinas redondeadas.
En cuanto a la distribución, desde la calle la casa tiene un aire sereno y cerrado. Una impresión que se transforma por completo en la zona orientada al jardín y al mar, donde priman las grandes aperturas acristaladas. Este es el territorio de la cocina y el salón, que se abren al horizonte infinito para disfrutar de las vistas.
El espacio interior es un continuo, sin ningún tipo de puerta o división entre estancias. Las paredes y los techos -de un blanco inmaculado- funden aún más las zonas, teniendo su contrapunto cromático en el mobiliario de madera a medida. Cada habitación cuenta con su propia pared en roble que rompe la continuidad visual: una enorme estantería para libros en el salón, un muro de listones en la zona de entrada que oculta un armario y el acceso al sótano, una cocina personalizada y una pared completa de armarios en el dormitorio principal.
El sótano es otra pequeña audacia del equipo de ADEPT. Con una sala de televisión y tres habitaciones de invitados, la iluminación natural está asegurada mediante otros tantos lucernarios distribuidos a lo largo de la fachada. Unos estilosos bancos de madera ocultan y protegen estas fuentes de luz, proporcionando además un toque acogedor al perímetro.
Por último, el jardín que rodea Villa Platan se revistió con pizarra, flores silvestres y arbustos para mimetizarlo con el paisaje costero circundante. Una tribuna inmejorable desde la que otear los cambios diarios del mar.
Fotografías: Jacob Lerche