Hoy nos hacemos eco de la primera exposición individual italiana de la artista Nuria Mora. Desde el 27 de septiembre y hasta el 25 de noviembre, la Galleria Patricia Armocida de Milán acoge Drishti: 21 dibujos en acrílico sobre papel de la creadora madrileña, complementados con dos instalaciones escultóricas ideadas para la ocasión.
El término hindi que inspira y da nombre a la muestra significa «mirada». En la práctica de la meditación y el yoga, designa la capacidad de enfocar la vista en un punto para despejar la mente, preparándola así para capturar nuevos estímulos.
En el caso de Nuria, este punto de partida artístico-vital se remonta a 1999, cuando comienza sus intervenciones plásticas en muros y edificios de Madrid. Ligada a la corriente del postgraffiti y el arte urbano, su obra trasciende ya este corsé de la calle para desplazarse también a otros ámbitos. Esculturas, ilustraciones sobre diversos soportes, alfombras, vajillas… Todos con su sello personal: una potente marca visual hecha de trazos angulosos, formas geométricas o vegetales y colores mediterráneos.
Son innumerables las paredes que lucen sus trabajos, no solo en su ciudad natal, sino en lugares tan remotos como Montreal, Sao Paulo o Monterrey. Los pinceles (o más frecuentemente, los rodillos) de Nuria Mora perfilan mundos interiores que destacan en el anodino y con frecuencia deteriorado paisaje urbano.
Otras veces, el trabajo de personalización del entorno se traslada a las marquesinas de los autobuses o a los escaparates. Cualquier objeto banal puede convertirse en arte y traspasar su velo gris de cotidianeidad, floreciendo con un brillo inaudito.
Además de todas estas actuaciones disponibles las 24 horas para disfrute de vecinos y paseantes, algunas de sus obras solo aparecen al caer la noche. Es el caso de los cierres de la joyería Grassy –en plena Gran Vía madrileña– o de la tienda de muebles y decoración BATAVIA, en la calle Mejía Lequerica. En ellos Nuria vuelca su esencia colorista en un juego de simetrías con tintes enigmáticos que traen a la memoria diseños tribales o futuristas.
Son murales elaborados con pasión. La misma que le lleva a abandonar el estudio para descubrir nuevas localizaciones que vestir en compañía de su inseparable Vespa roja.