En 1884 se publicó en la Inglaterra victoriana «Flatland: A romance of many dimensions» (traducida al español como «Planilandia: una novela de muchas dimensiones»). Su autor, el teólogo británico Edwin A. Abbott, la concibió como un cortocircuito entre la sátira social, las matemáticas y los viajes imaginarios. En ella se narran las aventuras de un humilde cuadrado en un universo plano donde las figuras que lo habitan no pueden mirar más allá de las dos dimensiones.
Pues bien, dejando atrás la crítica a las clases dirigentes, los mundos alternativos presentes en esta obra tan atípica fueron los que inspiraron al fotógrafo y artista digital turco Aydin Büyüktaş (Ankara, 1972) para crear Flatland. Con ayuda de fotografías tomadas desde un dron, logró plasmar nuevas realidades plásticas en las que los caminos se curvan inexorablemente hacia arriba, ocultándonos su horizonte natural.
En su primera serie puso patas arriba las calles de Estambul, deformando sus paisajes urbanos hasta extremos sorprendentes. El Puente Gálata se transforma en una arteria que dispara autobuses al cielo y las zonas más monumentales de la gran ciudad se curvan como si fuesen de plastilina para amoldarse a una perspectiva totalmente irreal. La mitad de la foto reposa tranquila en su marco, mientras que la otra parte amenaza con salir disparada hacia nosotros.
El trabajo artesano de Büyüktaş necesita entre 18 y 20 instantáneas desde las alturas, que luego se unen de manera digital. Gracias a su formación en efectos visuales, animación y 3D, es capaz de lograr unas imágenes contundentes y muy realistas. Nuestra mente sabe muy bien que son imaginarias, pero nuestros ojos se niegan a creerlo. Ya sean bazares, canales, estaciones de autobuses o estadios, sus panorámicas torcidas tienen un raro atractivo, casi hipnótico.
Ese vértigo adictivo prosigue ahora en su nueva serie Flatland II, dedicada a Estados Unidos. En esta ocasión, los drones han recorrido California, Texas, Nuevo México y Arizona retratando granjas, desiertos, canteras, campos de béisbol, de fútbol americano o desguaces: un sinfín de enclaves solitarios como protagonistas. Y es que la figura humana escasea, quedando quizá limitada a algún cuadrado, como en la novela de Abbott.