El japonés Masayoshi Matsumoto causaría sensación en cualquier fiesta de niños… o no tan niños, porque sus asombrosos diseños llevan la técnica del modelado de globos a otro nivel.
Este artista autodidacta de 27 años, afincado en la prefectura de Chiba, empezó su pasión cuando tenía solo 19. Inspirado por fotografías de animales, quiso probar a ver si conseguía algo tan realista como las propias imágenes simplemente moldeando globos. Y es evidente que, tras innumerables horas de práctica y una paciencia infinita, lo ha conseguido.
Un recorrido por sus páginas de Tumblr, Instagram o Facebook supone ir de sorpresa en sorpresa, preguntándonos cómo es posible llegar a crear algo tan hermoso con un material tan humilde. Matsumoto es capaz de recrear cualquier animal por complejo que sea: aves, insectos, criaturas marinas, iguanas, monos, nada se le resiste por complicada que sea su anatomía.
A diferencia de otros artistas, no usa pegamento ni cinta adhesiva para ayudar a formar cada estructura, lo que tiene todavía más mérito. Tampoco utiliza rotuladores para pintar los pequeños detalles, como los ojos o las uñas. Cada parte y cada textura especial se materializa únicamente hinchando y retorciendo los globos (incluso las ramas donde descansan algunos de ellos).
Para elaborar cada una de sus obras invierte un mínimo de dos horas, aunque los animales más difíciles –por el tamaño, las formas o la abundancia de detalles– pueden llevarle hasta seis horas de trabajo minucioso.
Otro dato insólito de Masayoshi Matsumoto es que no vende estas esculturas efímeras ni ofrece sus servicios de globoflexia en ningún evento. En su lugar, una vez fotografiada una nueva creación y subidas las fotos a la web… ¡la hace explotar!
Hay que reconocer que el brillo del plástico y los diseños multicolores tienen algo de hipnótico. Uno se queda admirando la destreza fuera de lo común del japonés, su talento para crear volúmenes e imitar a la naturaleza, y solo quiere ver más y más animales. Y es que estas figuras tienen ese punto divertido que nos devuelve a la infancia, cuando todo era posible con un poco de imaginación.
Imágenes vía Masayoshi Matsumoto