Un frondoso acebo chino es el eje que vertebra la Casa Hiiragi, una de las últimas realizaciones de la firma japonesa Takashi Okuno & Associates. Este arbusto en particular, muy apreciado por varias generaciones de la familia del cliente, condicionó por completo el diseño, ya que era preciso que pudiera contemplarse desde cualquier habitación, del cuarto de estar o el comedor hasta la sala de tatami.
Así pues, la residencia se distribuyó en forma de U para generar el patio central, lo que supone una interpretación contemporánea de la vivienda tradicional nipona. A fin de preservar la pureza característica de esta arquitectura, se potenció el uso de líneas limpias y una decoración mínima, creando una estética simple que aumenta la funcionalidad.
La elección de materiales obedece al mismo propósito: madera maciza, washi (papel japonés elaborado con fibras vegetales), acabados a base de polvo de mármol y tierra de diatomeas, y fibra de celulosa para el aislamiento. Esta fusión de componentes naturales honra la memoria de los antepasados y genera un entorno saludable.
La entrada de la Casa Hiiragi conduce directamente a una gran ventana frontal con excelentes vistas sobre el patio. A su derecha, un ala de dos pisos alberga en la planta baja la sala de estar –distribuida alrededor de una estufa de leña– y los dormitorios en la superior. El acristalamiento de doble altura proporciona una iluminación y un contacto con el área exterior del acebo inmejorables. De hecho, este auténtico centro de la vida familiar se amplía de forma natural mediante una terraza al aire libre gracias a las puertas correderas.
En el lado opuesto, una habitación tradicional japonesa con esteras de tatami se destina a los invitados, combinando elementos típicos, como las puertas shoji y una alcoba elevada o tokonoma, con otros minimalistas más modernos.
A lo largo de toda la vivienda, las pequeñas claraboyas garantizan la entrada de luz a cualquier rincón y las rejillas de ventilación aseguran la circulación y la renovación del aire.
Así pues, este unifamiliar de la prefectura de Ehime, al sur del país, conecta pasado y futuro haciendo gala de una austeridad nada espartana.