Emmanuelle Moureaux (1971) es una arquitecta francesa afincada en Tokio desde 1996. La explosión de colorido que se respira cada día en las calles de la capital nipona lleva años inspirándola a la hora de crear sus obras, ya sean edificios, instalaciones artísticas o diseños industriales.
De hecho, ha interiorizado tanto esta vivencia –junto con algunos elementos tradicionales del país, como las puertas deslizantes– que ha creado un concepto nuevo: el shikiri, o la división de espacios mediante colores. En lugar de utilizarlos como un simple material de acabado, va más allá y los transforma en elementos tridimensionales, a modo de auténticas capas, para crear áreas definidas.
Su obra más grande hasta la fecha empleando esta técnica es «Forest of Numbers», una instalación de proporciones gigantescas creada en 2017 para conmemorar el décimo aniversario del National Art Center de Tokio. Durante 10 días convirtió la sala de exposiciones de 2 000 metros cuadrados en un bosque de 60 000 números suspendidos.
Las cifras de papel (del 0 al 9) estaban dispuestas en cuadrículas 3D de apariencia infinita formando 10 capas, en alusión a los 10 años de existencia del museo. Como símbolo de la siguiente década, empleó 100 colores diferentes en forma de degradados, lo que daba al conjunto un aspecto cromático impresionante. La propia sala parecía un enorme lienzo lleno de vida, pues los números oscilaban ligeramente al paso de los visitantes.
Cada capa contenía los cuatro dígitos que expresaban el año en cuestión, distribuidos estos de forma aleatoria dentro de las cuadrículas. A fin de que todo el mundo pudiese transitar por este viaje en el tiempo, se eliminó una sección, creando un camino interior inclusivo. Y para hacerlo más divertido, se sumergieron dentro del bosque dos niñas y un gato del mismo tamaño que las cifras, lo que convertía el encontrar las figuras en una tarea casi titánica.
Al permitir excepcionalmente la toma de fotografías, la instalación fue un éxito en redes sociales, lo que aumentó el número de visitantes hasta llegar a los 20 000. Como dato curioso, esta obra de arte efímera contó para su montaje con la colaboración de ¡300 voluntarios!, un auténtico trabajo de chinos (perdón, japoneses).
Imágenes vía Emmanuelle Moureaux