Houtouwan, un antiguo pueblo de pescadores de las islas Shengsi, se ha convertido hoy en día en todo un símbolo de los enormes contrastes que uno puede encontrarse en China.
Situado a tan solo 40 millas de la gigantesca Shanghái, en su época de esplendor llegó a contar con 2.000 familias, que tenían el mar como medio de subsistencia. Sin embargo, a principios de los 90, la pequeña bahía comenzó a no poder satisfacer las necesidades de la enorme población que iba asentándose en uno de los mayores polos industriales del país. El negocio pesquero local desapareció así paulatinamente y la población se fue viendo forzada a buscar nuevos empleos fuera de allí.
En la actualidad, solo queda un puñado de habitantes en Houtouwan, que se resisten tozudamente a abandonar su tierra. Unos lugareños que conviven con la soledad, el aislamiento y docenas de casas abandonadas. Pero lejos de seguir su vida en un escenario tétrico, estos pescadores están rodeados de un manto verde…
Con el paso de los años, la naturaleza ha ido reclamando el espacio arrebatado por los viejos pobladores y ha colonizado las casas abandonadas con su ejército de hiedras y demás plantas trepadoras. Muros y tejados, engullidos por el ímpetu de la frondosidad, son tapices verdes que dan un aire fresco a esta aldea del pasado.
Hace unos meses, el camarógrafo californiano Joe Nafis –un enamorado de esta parte de Asia que reside en Shanghái desde 2009– visitó la zona junto con el fotógrafo Dave Tacon para realizar un reportaje. Solo conseguir llegar hasta el pueblo les llevó unas 36 horas, debido a la ausencia de transbordadores. Una vez allí, exploraron el terreno a pie para luego recorrerlo desde el cielo con ayuda de un dron. El resultado final de su incursión es el vídeo «Houtouwan: la aldea perdida», un viaje aéreo por cada uno de sus rincones.
Viendo las imágenes, uno comprende por qué se ha convertido en lugar de peregrinación para curiosos y amantes de lo extraño. El insólito espectáculo de las casas tragadas por la vegetación, en las que aún afloran algunos muebles congelados en el tiempo, es y será un imán irresistible (y un inesperado maná para los atónitos residentes).