En una explanada de césped en los jardines adyacentes al Castillo de Rosenborg en Conpenhague, los arquitectos daneses Christiansen & Andersen han levantado un interesante pabellón anular íntegramente construido en madera. Desde fuera, el edificio parece asemejarse a una versión moderna del thólos griego, destinado en esta ocasión a fines lúdicos.
Todo el pabellón está abierto, sin espacios tabicados, quedando así rodeado por una especie de peristilo circular en el que el suelo cumple las funciones de un estilóbato ondulante que acentúa los lugares de entrada al recinto en las zonas más elevadas del recorrido.
La elección del anillo como solución compositiva tiene aquí su lógica, pues delimita tres espacios eficazmente diferenciados en el proyecto: el exterior del recinto, el peristilo y pasillo circular cubiertos, y el espacio al aire libre que el edificio rodea. El intercolumnio regular de un thólos se sustituye aquí por múltiples postes de madera de distinto grosor y sección a ambas caras del anillo, algunos estructurales y otros como simples creadores de espacio para delimitar el pasillo y separar el interior del exterior. A su vez, el número y densidad de estos postes, impecablemente detallados, está escalonado por tramos en ambos lados, creando así un elegante juego visual que desde fuera permite entrever el espacio abierto central e intuir desde el interior el tránsito en los jardines.
Sabido es que un volumen cilíndrico en un espacio abierto suele generar el efecto visual de empujar espacio hacia afuera, creando así la impresión de un mayor espacio circundante del que realmente existe. Y a la inversa, contemplado desde el interior, un espacio de planta circular tiende siempre a dirigir la atención del ojo hacia su centro. Todo ello funciona aquí muy bien, como podrá apreciarse en las finas proporciones del pabellón, que despejan el espacio a su alrededor, ofreciendo un marco divertido y permeable para conciertos, funciones, niños o cualquier reunión informal.
