El Barbican Conservatory es el segundo invernadero más grande de Londres. En la actualidad alberga más de 2.000 especies de plantas y árboles tropicales, junto con diversa fauna exótica, como las carpas koi.
Corazón del Centro de Arte Barbican, la flora de sus espectaculares jardines colgantes se ha ido adueñando del espacio con el paso del tiempo, abriéndose camino entre las estructuras de hormigón originales.
Hace tres años, el fotógrafo británico Luke Hayes (1979) se tomó el trabajo de ilustrar cada rincón de este oasis tropical en un proyecto conjunto con la escritora Sarah Simpkin, a fin de revalorizar esta rareza exuberante.
Pero ¿cómo nació este curioso invernadero? Para contestar a la pregunta debemos remontarnos a diciembre de 1940, cuando uno de los frecuentes bombardeos alemanes sobre la ciudad arrasó el área conocida como Barbican, una zona comercial del barrio de Cripplegate. Tanto fue el daño infligido que, al final de la Segunda Guerra Mundial, solo quedaron en pie unos pocos edificios.
Tras la guerra, se decidió transformar este área siguiendo los patrones del brutalismo, que potenciaba la utilización profusa del hormigón visto en los edificios. Siguiendo los diseños de los arquitectos Chamberlin, Powell y Bon, se fue levantando el Barbican Estate durante los años 60 para repoblar dicho espacio, llegando a convertirse en uno de los mayores exponentes de este idealismo arquitectónico en el Reino Unido.
El Barbican Conservatory llegaría en 1980 como cumbre de dicha visión utópica y con el objetivo de ocultar (o disimular) la torre de 30,5 metros del teatro, mejorando así las vistas de los residentes en las cercanías. Bajo su forma de carpa acristalada, la vida tropical ha hecho impenetrables sus balcones interiores, con un clima alejado de los rigores londinenses.
Un recorrido por sus pasarelas nos transporta a otro punto del planeta bien distinto. El silencio del invernadero, solo roto por el chapoteo de algún pez o el goteo del agua, contrasta con el bullicio de los pasillos exteriores en las construcciones aledañas, muy transitados. Como testigo del pasado que se levanta sobre calles ahora muy pobladas posee un aire casi romántico en el que la vegetación pasa a tomar el protagonismo.