Los holandeses son auténticos expertos a la hora de ganar terreno al mar. Sin embargo, hoy presentamos una curiosa iniciativa surgida en las aguas de uno de sus vecinos del norte. El proyecto Copenhagen Islands, obra del diseñador local Magnus Maarbjerg y el arquitecto australiano Marshall Blecher, pretende crear un parque público en la capital danesa a base de islas artificiales.
La idea nace en respuesta al rápido desarrollo urbano en la zona del puerto, que ha provocado una disminución de los espacios de recreo, y como posible solución ante un futuro aumento del nivel del mar a causa del cambio climático.
La primera unidad, bautizada como CPH-01, ya es una realidad: una plataforma de madera fabricada artesanalmente, con un tilo de casi 2 m plantado en su centro. Este universo de 20 metros cuadrados está llamado a conquistar el puerto de Copenhague, ya que a ella se unirán otras tarimas flotantes algo menos diminutas (CPH-02, CPH-03…) con diversas formas y usos. Cada una estará dedicada a una actividad diferente, por ejemplo, sauna, jardín, granja de mejillones, café itinerante, etc., para uso y disfrute de marineros, bañistas, pescadores y remeros de fin de semana.
En verano, estas plataformas gratuitas podrían distribuirse en las áreas no utilizadas u olvidadas a lo largo del muelle, mientras que durante el invierno las islas de este peculiar «parquipiélago» se unirían para formar una gran estructura conectada a tierra firme donde celebrar festivales u otros eventos.
Sus creadores afirman que estas tarimas flotantes pueden adaptarse con facilidad a las necesidades y características específicas de cada ciudad, proporcionando zonas de ocio portuario a medida. Además, tanto la madera como las piezas de plástico que mantienen a flote el armazón son materiales locales reciclados.
Quizá haya que ir acostumbrándose a este tipo de espacios móviles en los que la gente puede explorar nuevas actividades lúdicas. Aunque a mí me recuerdan a la entrañable isleta que dibujaba Forges –esta sin tilo ni palmera que llevarse a la vista, creo recordar–, en la que dos náufragos mitigaban su soledad con diálogos filosóficos llenos de imaginación…
Fotografías de Christian Emdal.