Normalmente asociamos el concepto de escritorio con un mueble funcional donde desplegamos nuestros útiles de trabajo y ante el que pasamos buena parte de la jornada laboral. Además, todo ese tiempo lo solemos pasar sentados.
El diseñador lituano Simonas Palovis analizó varios estudios que reflejan que, tanto niños como adultos, pasamos de media unas diez horas al día sentados. Aunque la mayoría de las sillas sean ergonómicas, es justamente esa comodidad la que nos induce a movernos menos. Esto puede conllevar a la larga problemas en las articulaciones y los músculos por falta de ejercicio, así como dolores frecuentes de cuello y espalda.
Para intentar paliar esos efectos, Palovis ha creado Wee!, una mesa de trabajo alternativa que combina el escritorio de toda la vida con un columpio. La ventaja de incorporar un asiento suspendido es mantener al usuario activo mientras trabaja y hacerle más amena la tarea.
Esta silla sin patas queda suspendida del tablero mediante cuerdas y ganchos, que pueden unirse bajo el asiento con ayuda de imanes. De esta manera, una vez acabada la jornada, se integra en el mueble aparentando ser una mesa convencional. La forma en V de las guías se consigue uniendo con tornillos y pegamento dos tableros de madera contrachapada cortados a bisel.
Para las patas metálicas de Wee, el creador lituano se inspiró también en la forma de los columpios de los parques infantiles. Fabricadas con tubos de acero plano cortados y soldados, se anclan al tablero con tornillos, lo que permite ensamblar y desmontar el escritorio con facilidad.
Las líneas minimalistas y funcionales de esta pieza recuerdan a propósito al diseño escandinavo. El proyecto comenzó en febrero de 2017 en Vilna a partir de un prototipo que se fue mejorando hasta adaptarlo a la altura y al peso de distintos usuarios. Es así como se ideó el práctico sistema de ganchos: si queremos salir del espacio, solo tenemos que quitar uno de los anclajes para abrir el asiento.
La versatilidad de Wee hace que podamos balancearnos, recostarnos de espaldas apoyando los brazos e incluso sentarnos a horcajadas. Un efecto lúdico por sí mismo que transforma algo monótono en una herramienta ágil y divertida.
Imágenes gentileza Simonas Palovis