La diseñadora de moda Iris van Herpen hace gala de una imaginación desbordante. Sus vestidos combinan patrones tradicionales con un sinfín de innovaciones en cuanto a formas y materiales, lo que convierte cada desfile en todo un acontecimiento.
Desde su primera aparición en 2007, la creadora holandesa ha ido forjando una visión estética única. Pionera en el uso de la impresión 3D para la elaboración de prendas, la tecnología ocupa un lugar fundamental en su trabajo. De hecho, sus obras parecen esculturas en movimiento cuando sus modelos las lucen en las pasarelas. No es de extrañar, por lo tanto, que sea la diseñadora de cabecera de estrellas de la música tan transgresoras como Björk o Lady Gaga.
Para descifrar el secreto de su éxito basta con echar un vistazo a Hypnosis, su última colección. Una vez más, la mezcla armoniosa de diseño digital y alta costura ha logrado seducir a todo el mundo.
Esta vez se ha inspirado en las esculturas cinéticas del artista norteamericano Anthony Howe. Van Herpen trasladó sus vórtices pulsantes de metal a la mesa de dibujo y de ahí, a la pasarela, con un resultado ciertamente hipnótico y glamuroso.
Mientras que Howe se sirve del viento para dar vida a sus criaturas, a la modista holandesa le basta con el suave caminar de las modelos. Diecinueve siluetas que fluyen vaporosamente entre transparencias. Con numerosas capas alrededor del cuerpo, los diseños son una reinterpretación del efecto moaré de las sedas, que crea la ilusión del movimiento en el tejido.
Las formas geométricas ayudan a potenciar esa sensación. Así, «Epicycle» está formada por esferas de múltiples capas de organza que se envuelven unas en otras. Otros vestidos imitan una corriente de agua, como «Suminagashi», donde los cortes ondulados de seda teñida se unen por calor a un tul transparente para que parezcan fluir sobre la piel.
El arquitecto y artista plástico canadiense Philip Beesley ha colaborado en el proyecto, ayudando a dar forma a las miles de pequeñas ondas que componen la colección y que se funden con los cuerpos de las modelos.
Y para culminar esta «hipnosis», Iris van Herpen remató el trabajo con «Infinity», el vestido final que cobra vida gracias a un esqueleto de aluminio, acero y rodamientos. Alta costura de fantasía para el siglo XXI.
Imágenes vía Iris van Herpen.