El Pabellón de Brasil en la Expo Milán 2015 nació de la colaboración entre las firmas Studio Arthur Casas –con oficinas en São Paulo y Nueva York– y Atelier Marko Brajovic.
El proyecto combinaba arquitectura y escenografía para ofrecer al visitante una muestra de los valores y logros del país sudamericano junto con su prometedor futuro en el sector agrícola y ganadero. Así pues, además de transmitir una imagen contemporánea, se buscaba crear una representación del lema elegido: «Brasil: alimentando al mundo con soluciones».
La labor no resultaba fácil, ya que había que destacar sobre más de 130 pabellones repartidos por todo el recinto. De ahí nació el concepto de una enorme red flexible dentro de un espacio con forma de túnel, pero abierto al exterior. Por contraposición, un segundo volumen cerrado serviría para albergar muestras de arte y la mayoría de los eventos.
La red es una metáfora de la cultura de Brasil, porosa y colaborativa, pero también de la industria agrícola nacional, entretejida por pequeños, medianos y grandes productores que fomentan un intercambio constructivo. Un área lúdica permanente por la que se puede caminar de otra manera y que proporciona sombra a la gran plaza inferior. Allí, un paisajismo ondulado evoca al Amazonas con flores, vegetación, cultivos típicos y cinco «plantaciones» con mesas interactivas sobre nutrición y agricultura familiar. Se creó así una zona ideal para el ocio, el descanso o el intercambio cultural.
Los colores terrosos de las estructuras metálicas y el resto de elementos favorecen una transición escalonada entre interior y exterior. Las fronteras se difuminan para participar al visitante de la silvicultura, la naturaleza salvaje o los avances del hombre hacia una convivencia equilibrada con el ecosistema tropical en pleno siglo XXI.
En cuanto al volumen emplazado en uno de los laterales, además de canalizar las exposiciones de artistas y diseñadores nacionales, contenía restaurantes, cafeterías, tiendas y un auditorio, todo ello interconectado mediante un gran atrio para facilitar la entrada de luz natural.
Al ser la sostenibilidad uno de los ejes de la muestra, se emplearon componentes modulares prefabricados, fáciles de desensamblar y reutilizar. Así mismo, se trabajó con materias primas reciclables y se reutilizó buena parte del agua. El resultado: una arquitectura efímera que evidencia la viabilidad de educar con pocos recursos y generando un bajo impacto ambiental.