Longs Peak, con sus 4.346 metros, es la cumbre más alta del Parque Nacional Rocky Mountain, en el estado de Colorado. Al haberse convertido en un icono de esta parte de las Rocosas, recibe cada año una gran cantidad de visitantes (unos 4,5 millones en 2016). Ante esta avalancha humana, el Servicio de Parques Nacionales norteamericano (NPS) instaló los primeros aseos al aire libre en 1983 (cuando los turistas ya superaban los 2 millones anuales).

En la actualidad, esos primeros retretes han quedado obsoletos. La dura climatología los ha ido deteriorando hasta el punto de que periódicamente hay que evacuar los residuos en bidones y bajarlos de las montañas a lomos de llamas. Así pues, para renovar la red mejorando el tratamiento de los desechos, el NPS encargó al Colorado Building Workshop de la Universidad de Denver el diseño de nuevas instalaciones eficaces, con poco impacto visual y que incluyeran la última tecnología del sector.

Dado que los aseos se ubicarían a alturas variables entre 3.200 y casi 4.000 metros, se optó por una construcción prefabricada en metal. La solución estructural utilizada tiene como referente el trabajo del arquitecto Toyo Ito y el ingeniero Cecil Balmond para el Serpentine Pavilion de 2002. Su particular universo de vanos y paredes trapezoidales se traduce aquí en un entramado de celosías rectangulares en acero.

Se eligió un espesor de chapa de 1/16 de pulgada en los marcos para que pudieran soportar los fuertes vientos de la cordillera. De esta forma, eran lo suficientemente ligeros como para ser transportados a cada emplazamiento por un helicóptero.

Los aseos se sustentan mediante cuatro muros de gaviones delimitados con tela metálica. En su interior, los bloques de piedra recogidos en la zona actúan como lastre. Cada una de las aletas de acero incluidas entre los módulos de gaviones triangula las cargas laterales dentro de la estructura. A su vez, una placa de anillo las conecta con el resto de paredes, equilibrando las fuerzas. De esta manera se consiguió rebajar los 46 centímetros recomendados para los muros de piedra hasta solo 30, lo que redujo el impacto ambiental en la flora en un 33 %.

Este ingenioso método de construcción rápida permitió finalizar los cuatro aseos en un tiempo récord de ocho días. En cuanto al tratamiento de los residuos, un equipo especial separa sólidos y líquidos para reducir al mínimo el peso de los desechos, que se recogen en un compartimento situado en la parte trasera de la estructura. Esto impide que el amoniaco de la orina se mezcle con los sólidos, lo que elimina prácticamente el olor.

Además, la arquitectura en piedra se mimetiza a la perfección con el paisaje rocoso de fondo, por lo que el objetivo de minimizar la huella humana queda plenamente conseguido.

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