Ubicada en la pequeña localidad turolense de Jarque de la Val, la Casa en Tres Primaveras revela ya en el numeral toda su esencia. Porque esta vivienda de veraneo la diseñó el arquitecto David Sebastián para que 3 familias –la suya, la de la hermana de su mujer y su suegro– pudieran reunirse cada año y conectar con sus raíces.
Además, el nombre alude al periodo de construcción: siempre con la llegada del buen tiempo y los días largos. Cuando sus otros proyectos se lo permitían, Sebastián viajaba al pueblo desde Barcelona e iba moldeando su idea. En total, 3 primaveras de paciente trabajo sobre el terreno.
Para cerrar el círculo, aún podríamos justificar un tercer motivo para el cardinal, pues combina la tradición del pasado con propuestas formales contemporáneas sin perder de vista criterios de sostenibilidad y aprovechamiento que marcan el camino hacia el futuro.
La casa ocupa el espacio de una antigua majada, de la que conserva muchas vigas de madera y los gruesos muros de piedra, que ayudan a mantener a raya el calor estival. Todo el programa de 230 m2 gira en torno al patio central, un gran salón polivalente abierto al exterior pero resguardado del sol al estar cubierto. Esta disposición facilita la ventilación, consiguiendo intimidad sin renunciar a las vistas al campo.
Al ser una vivienda pensada casi exclusivamente para el verano, en esa zona común se integra también una enorme cocina con acceso directo al patio. El resto de la planta baja y la superior se destinan a los dormitorios, repartidos en tres núcleos familiares y levantados con muros de termoarcilla. Por último, se incorpora un segundo espacio compartido en el altillo.
La sencillez del planteamiento continúa en la elección de los materiales: ladrillo, cerámica, madera y hormigón, todos de uso habitual en la zona. De hecho, se aprovecharon varios sobrantes de stock y multitud de piezas de carpintería (puertas, ventanas, barandillas) recuperadas de la propia majada y de otras casas demolidas.
Así mismo, salvo unos toques de pintura blanca como decoración, se evitó cualquier revestimiento o acabado innecesario, incluso en las fachadas. Todo ello contribuyó a rebajar el coste final de esta edificación para uso puntual, que no superó los 90.000 euros. Quizá su falso aspecto inacabado sorprendiera a más de un vecino, pero esta casa-patio parece el lugar ideal para refugiarse en agosto.