La localidad costera de Knokke, a una hora en tren desde Amberes, es un destino de vacaciones muy popular en Bélgica. Su impresionante playa de 12 kilómetros sirve de reclamo para los turistas, así como sus casas blancas tradicionales con tejado a dos aguas.
Esas viviendas de pescadores han inspirado al arquitecto Vincent Van Duysen a la hora de diseñar allí la VO Residence. En una versión más refinada y contemporánea, decidió prescindir de las contraventanas pintadas, las jardineras e incluso de las buhardillas típicas para quedarse solo con su núcleo estructural y su apariencia externa.
Unos enormes volúmenes blancos sostienen el gran tejado de paja. En un primer momento pueden parecernos bloques de hormigón, pero un vistazo más cercano nos revela su verdadera condición: monolitos de ladrillo encalado dispuestos dentro de un entorno natural. Porque al estar situada junto a un famoso campo de golf, el propietario disfruta de hermosas vistas de las praderas y los jardines privados, diseñados por el paisajista Martin Wirtz.
La disposición de las paredes de ladrillo organiza la vivienda para abrirla a las zonas verdes que la rodean o para crear las distintas áreas privadas. Además, el acabado en color hueso de estos muros que irrumpen en el interior da unidad cromática al conjunto, conectando las habitaciones con la parte exterior. Una continuidad que se ve reforzada por una mínima presencia de ventanas en la planta baja.
Por su parte, el imponente tejado de paja incrementa la sensación de privacidad. Sin canalones ni cumbrera, las dos chimeneas toman el protagonismo de esta gran pieza superior, dando a la casa cierto aire de mansión moderna.
El programa se completa con las terrazas en los lados norte y sur, una piscina exterior y la prolongación de la vivienda en uno de sus extremos para dar servicio a esta última instalación.
Respecto al interior, hay una mezcla de texturas que enriquece la atmósfera general. Destaca particularmente el salón, con doble altura y techo en tono muy oscuro, y la cocina, revestida con madera natural –techo incluido– y azulejos brillantes color antracita. Y como guinda del pastel, el ambiente sofisticado se acentúa gracias a un elegante mobiliario a medida, que contrasta con la crudeza de la paja y el ladrillo.