La madera es una materia prima noble que da mucho juego en arquitectura. Soporta o refuerza estructuras, embellece fachadas e interiores o bien actúa ella sola para generar hermosas piezas utilitarias con vocación escultural. Así, por ejemplo, un simple refugio en el bosque puede convertirse en una auténtica obra de arte.
El equipo de la firma francesa Studiolada y el arquitecto Yoann Saehr tenían la misión de levantar una construcción sencilla para resguardar del sol y la lluvia a grupos de visitantes en Bertrichamps. Este pueblecito de la región de Lorena cuenta con la última turbera del departamento de Meurthe-et-Moselle, por lo que atrae a numerosos excursionistas y amantes de la naturaleza, así como a grupos escolares que se acercan a descubrir los tesoros del bosque.
Concebido como un proyecto participativo, se realizó sin ayuda de empresas externas. Voluntarios y trabajadores municipales unieron fuerzas para construir una estructura sumamente vistosa. Con solo seis puntos de apoyo, este armazón –aéreo y robusto a la vez– se posa suavemente en el suelo como un insecto.
Su elegante arquería aborda el concepto de densidad en arquitectura a través de ejes masivos y líneas airosas. Sus formas orgánicas se logran únicamente con tableros atornillados (abeto para las vigas y pino para el resto), que se van desplazando progresivamente para formar arcos y sostener voladizos.
Esos desplazamientos consiguen apuntalar los planos principales del edificio –los laterales, el longitudinal y toda la cubierta– sin necesidad de emplear travesaños ni paneles de refuerzo adicionales para conseguir la estabilidad. Además se tuvo en cuenta la dilatación de la madera (unos 20 cm de diferencia longitudinal entre verano e invierno), permitiendo la expansión lateral por deslizamiento. La cubierta de plexiglás ondulado acompaña sin problemas estos estiramientos.
En un alarde de creatividad, el estudio francés logra un gran espacio cubierto con abundantes vanos que diluyen la sensación de robustez y permiten disfrutar de las vistas a su través. Algo así como una cabaña sin paredes o una nube fija, ideal para dar clase al aire libre.
Y para completar el equipamiento, a partir de un viejo roble y con ayuda de una motosierra, se moldearon grandes bloques que funcionan como mobiliario interior del refugio, a modo de mesas o bancos improvisados.