La presencia monolítica del Estudio Iturbide no pasa desapercibida en el barrio del Niño Jesús de Ciudad de México. Un imponente edificio de ladrillo rojo que se eleva a modo de torre sobre un terreno de 7×14 metros. Situado a tan solo unos pasos del domicilio de la fotógrafa Graciela Iturbide, es obra de la firma Taller de Arquitectura, liderada por uno de los hijos de la artista mexicana –Mauricio Rocha– y Gabriela Carrillo.
Desarrollado en tres niveles, «extruye de manera literal sus medidas en planta para convertirse en una sólida pieza de barro». Efectivamente, el ladrillo conforma los volúmenes, decora y da personalidad propia a cada espacio mediante su simple disposición en patrones o aparejos diferentes.
De las dos bandas perpendiculares a la fachada en que se divide el estudio, la más estrecha contiene las escaleras, los baños y una gran estantería a medida en madera y acero lacado que recorre de arriba abajo todo el muro medianero.
La banda más ancha, en cambio, es la que define los espacios para las habitaciones principales. Se decidió construir solo en la zona central, dejando dos vacíos a cada lado que funcionan como patios interiores con una altura inusual. La presencia de estas áreas diáfanas en los extremos de la parcela hace posible una iluminación natural atenuada, intimista. A su vez, las aberturas entre las piezas de material cerámico crean un juego de luces y sombras que va cambiando con el transcurso del día.
Si analizamos cada nivel, en la planta baja se sitúa una zona de recepción con espacios ajardinados a ambos lados. Un tramo de escaleras nos conduce a un área algo más privada, ideal para reuniones, mientras que la segunda planta alberga el estudio propiamente dicho. El programa se cierra con una gran azotea con pérgola y vistas al entorno arbolado.
Los cerramientos acristalados de suelo a techo evitan romper la magia de los patios interiores, favorecida por la continuidad del ladrillo como elemento constructivo dentro de las estancias. Su presencia masiva llega a ocultar casi por completo el armazón interno de acero y hormigón; hasta la madera de tzalam se mimetiza en colorido con las piezas cerámicas. En definitiva, un estudio cerrado sobre sí mismo en busca de la paz y la concentración necesarias para alentar la creatividad.