La arquitecta alemana Anna Heringer (Rosenheim, 1977) destaca por el enfoque sostenible que confiere a sus obras. Con 19 años tuvo la oportunidad de trabajar en Bangladesh durante casi un año para una ONG local y esa experiencia marcó todos sus proyectos posteriores.

Sus diseños aprovechan al máximo los recursos de cada región, fácilmente accesibles, en lugar de emplear una arquitectura industrializada o estándar en los países en desarrollo. De esta manera, apuesta por soluciones eficaces que emplean materiales –arcilla, paja, bambú o piedra, entre otros– y sistemas constructivos autóctonos con el fin de respetar la cultura y los elementos sociales de cada lugar.

Siguiendo esa filosofía, Heringer ha iniciado un proyecto singular denominado «Tejidos Dipdii» que pretende dar un vuelco a los esquemas actuales de la industria textil en Bangladesh. Como en muchos otros países asiáticos, el sector se centra hoy en día en la elaboración de productos estandarizados de bajo coste para los consumidores occidentales. Sin embargo, estos procesos no sacan partido a la rica herencia cultural de los más de cuatro millones de personas –en su mayoría mujeres– que emplea dicha industria.

 

En las áreas rurales de Bangladesh, una mujer recibe de su familia un sari nuevo al año coincidiendo con la principal festividad religiosa musulmana o hindú. Los hombres también estrenan un «lungui», que se ajusta alrededor de la cintura. Conforme se van desgastando los saris y los lunguis, es tradicional reciclarlos transformándolos en mantas. Se suelen unir seis capas de esas telas de algodón con cientos de puntadas realizadas a mano.

Con el uso diario, las capas superficiales se van soltando, y aparecen los tejidos ocultos, llenos de colorido y de historia familiar. Es justo aquí donde empieza el proyecto de la arquitecta alemana, que cuenta con la guía técnica de la experta en confección Veronika Lena Lang y la ONG Dipshikha.

Continuando ese espíritu ancestral de aprovechamiento, las mujeres de los pueblos de Rudrapur y Birgonj convierten ahora las telas en prendas de diseño contemporáneo. Dado su origen, cada pieza es única y no sigue las tendencias volátiles de la moda. Las artesanas elaboran sus creaciones a mano inspiradas en su entorno, reproduciendo así con hilos de colores los planos de sus aldeas o algún edificio significativo, como la escuela rural METI, obra de la propia Heringer.

Ante la cultura del usar y tirar, los tejidos Dipdii ponen en valor un trabajo artesano donde cada prenda va firmada con un bordado por su autora y no por una marca de moda internacional.

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