Todo amante del arte se siente atraído por un jardín bien cuidado. La disposición de las diferentes plantas y árboles, las flores y demás elementos ornamentales –que a veces recubren incluso las paredes de un edificio– son todo un ejercicio de estética que dominan grandes profesionales como el británico Dan Pearson (1964).

Este pionero del paisajismo naturalista pero moderno lleva sorprendiendo al mundo con sus creaciones desde 1987. Sus vastos conocimientos en horticultura y jardinería le han llevado a ser hoy en día uno de los mayores expertos en plantas perennes.

Desde Londres, el Dan Pearson Studio reúne a un pequeño equipo de diseñadores y paisajistas que, como su fundador, hacen de la atención al detalle, la sensibilidad artística y una cierta sofisticación práctica su propia seña de identidad.

A diferencia de otros colegas, su trabajo artesano no responde a un estilo preconcebido, sino que se contagia de la atmósfera de cada lugar. Y no solo de su geografía natural, sino también de la historia del sitio, de su arquitectura e incluso de sus gentes. A base de elementos como prados, estanques, senderos o falsa maleza, van creando diversos recorridos emocionales para deleite de todas las personas sensibles.

Se construyen así unos paisajes a medida para recorrer con calma y descubrir en cada nuevo recodo sus distintas combinaciones cromáticas. Un paseo del que salir reconfortados y con las pilas cargadas. Porque los proyectos de Pearson tienen algo de pictórico e intuitivo, como si incluyeran una especie de radar capaz de leer y potenciar cada relieve.

De este modo, sus trazados se integran al instante de forma natural en el entorno, como si siempre hubieran estado ahí. De hecho, según su máxima, un buen jardín debe aparentar una falta de esfuerzo. Y además, este jardinero vocacional siempre sugerirá a sus clientes añadir árboles frutales o un huerto, porque «hay algo bonito en poder ir al jardín, recolectar algo y comértelo. Cultivar te hace sentir del lugar».

Con el tiempo, Dan y su equipo han ido dejando muestras de su buen hacer por todo el mundo, desde pequeños patios urbanos hasta señoriales casas de campo o jardines con propósito educativo. A su vez, alternan los innumerables trabajos en el Reino Unido con áreas más extensas y alejadas de su base de operaciones, como las ruinas medievales de Torrecchia Vecchia (Italia) o las 240 hectáreas del bosque Tokachi Millennium Forest de Hokkaido (Japón).

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