En Zapotengo, a medio camino entre una laguna y el Pacífico, la Casa del Sapo es el resultado de un proyecto comunitario dentro del estado mexicano de Oaxaca. Diseñada por Espacio 18 Arquitectura, su programa pretende mimetizar al máximo la construcción con el entorno.

Se parte de dos volúmenes dispuestos en forma de mariposa, lo que genera patios triangulares. Una de las alas se orienta hacia el océano y el amanecer, mientras que la otra se despliega en busca del ocaso. La primera alberga el dormitorio principal, una pequeña cocina y un comedor que conduce a la piscina de horizonte infinito. La segunda cuenta con otro dormitorio y una escalera exterior de peldaños suspendidos para acceder a las dos azoteas.

Respecto a los materiales, el equipo prefirió un diseño cálido y austero que se integrara bien en el paisaje mexicano. Por ello encontramos ladrillos de terracota en espiga o en aparejo normal en los suelos de las terrazas, piedras extraídas de un río cercano dentro del hormigón visto sin pulir o puertas de madera local en acordeón que regulan la privacidad y la entrada de luz a la vivienda. Por último, un dosel de acero y ramas protege buena parte del exterior de los rigores del sol.

Hay que destacar también que, debido a las restricciones forzadas por la pandemia, parte del proceso de construcción se dejó en manos de los trabajadores locales, que imprimieron su experiencia en el equipamiento interior, carente de lujos pero sumamente funcional.

Según Espacio 18, la casa es un viaje multisensorial por las diferentes texturas de las materias primas y el paisaje, desde la costa oaxaqueña hasta las tonalidades terrosas del interior; «dos piedras que ven el mar anhelando su atemporalidad».

Concebida en un principio solo como vivienda de alquiler vacacional por sus propietarios –Paulina y Mario–, la Casa del Sapo se ha ido convirtiendo en un lugar de encuentro comunitario, donde los niños pueden aprender diferentes materias, como cuidar de su propio huerto o ayudar a liberar en el mar las tortugas golfinas que van naciendo en la playa. Todo un paraíso lúdico y sostenible.

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