La Casa 2 de Ricardo Bak Gordon es un moderno pabellón con jardín que complementa una villa de finales del siglo XIX. Al diseñar el proyecto, el arquitecto portugués incorporó un camino para dividir la parcela del centro de Oporto donde se asienta esta vivienda histórica.
Se generan así dos ambientes distintos: la casa principal a un lado y el nuevo anexo con una importante porción de jardín en el otro. En este último, se ha incorporado una piscina cuya longitud replica exactamente la medida del costado de la villa, a modo de reflejo.
Al separar los dos espacios habitables, Bak Gordon puede darle a la Casa 2 un aire abiertamente moderno, casi industrial. Y aprovechando la envergadura de los árboles de la parcela, crea para la familia una gran área común a doble altura con amplios ventanales, que funciona como jardín de invierno.
La parte posterior, de forma trapezoidal, se organiza en dos niveles y alberga cuatro dormitorios, todos con vistas a la zona ajardinada. Su planta baja incluye también la cocina y una biblioteca, espacios donde la riqueza de la madera pone el contrapunto a la sencillez de los revestimientos.
En el nuevo edificio destaca su piel clara de hormigón pigmentado y el latón envejecido de los marcos, que acentúan unas líneas esbeltas. En cuanto al interior, las paredes de tadelakt –un revestimiento a base de cal de Marrakech y pigmentos– proporcionan calidez a todas las habitaciones salvo al gran mirador acristalado, en el que se prefirió conservar la crudeza del hormigón visto.
Predominan los colores tierra tanto en las superficies como en buena parte del mobiliario. Sillas, sofás y lámparas en tonos marrones comparten espacio con todo tipo de plantas en una suerte de prolongación natural del jardín. Una paleta cromática que se extiende a los baños, con elementos de terrazo veneciano hechos a medida.
Cada detalle del nuevo pabellón busca incorporar la vida al aire libre dentro del hogar. Se potencia la relación fluida entre los espacios comunes que da valor a los momentos compartidos, y nada mejor que un horizonte vegetal para acabar de conseguir esa armonía diaria.