La joven arquitecta Eilidh Izat y su novio, el chef Jack Arundell, estaban buscando un local para montar un negocio fuera de Edimburgo cuando, de repente, encontraron un lugar bastante peculiar.

Ubicado en pleno casco antiguo de la capital escocesa, se alzaba un edificio en piedra con tres siglos a sus espaldas. La planta baja había servido como herrería y dependencia para caballos y carruajes, pero ahora languidecía como un simple garaje.

Los dos vieron enseguida el gran potencial de este espacio en un hermoso entorno de caminos empedrados, o «pends» en escocés. Pasaron meses intentando sacarle el máximo partido hasta convertirlo en un remanso de paz para parejas de turistas cansadas del ajetreo de Old Town o Grassmarket.

Bautizado como Porteous Studio –en homenaje a la calle de acceso, Porteous Pend–, este tranquilo apartamento incluye una cocina abierta con sala de estar, un dormitorio con cama doble y un baño separado provisto de ducha. Como curiosidad, la cama ocupa un espacio ganado a la casa tras retirar la gruesa pared posterior original, de modo que aún se aprecia en una esquina la escalera que conducía al taller del herrero.

En la reforma se usaron elementos naturales como baldosas de piedra caliza o madera. Se da la circunstancia de que todo el mobiliario se elaboró a partir de un solo roble de la vecina región de East Lothian. El ebanista Namon Gaston, amigo de la pareja, creó así unos muebles a medida funcionales y con el mismo tono y veteado.

Otro aspecto muy cuidado fue la iluminación natural, que garantiza la gran zona acristalada de la fachada y la presencia en el área común y el baño de varias ventanas, una de las cuales da a un patio ajardinado. Asimismo, la privacidad queda resuelta mediante una puerta batiente provista de listones en la entrada y su réplica en forma de celosía deslizante en la puerta del dormitorio.

Pensando en el bienestar de los huéspedes, la calefacción es de suelo radiante, con paredes enlucidas con arcilla natural que regula la humedad, creando un ambiente muy acogedor. Además, Eilidh y Jack se ocupan de mimarlos con una cesta de exquisiteces locales que incluye, por supuesto, whisky escocés.

 

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