Cerca de Porto Cervo, en el norte de Cerdeña, Villa «La Grintosa» se ancla con firmeza a las rocas. La fantasía arquitectónica de la italiana Stefania Stera añade así otra pizca de locura a este exclusivo rincón de la Costa Esmeralda.
Con unas líneas poco convencionales que recuerdan a un fortín militar, sus espacios abiertos son ideales para llevar una vida informal junto al Mediterráneo. Los propietarios dieron carta blanca a la arquitecta, siempre que les entregase una casa sorprendente y llena de luz.
El relieve accidentado del terreno no era un escollo menor, pero Stera lo solventó diseñando una mansión con dos niveles que preserva buena parte de la vegetación original. El comedor, el salón, un estudio y el dormitorio principal ocupan el piso superior, mientras que la planta baja alberga la cocina y varias áreas de servicio. El resto –terrazas, patios, zonas de meditación y una piscina– queda distribuido en varias cotas en torno a la construcción principal.
La Grintosa tiene vocación de escultura con sus paredes curvas y cierto aire dramático, así que la decoración nocturna debía potenciar esa magia, aderezada con mármoles, colores pastel y azulejos firmados por la propia Stera. Resultaba, pues, esencial un buen trabajo de iluminación, que corrió a cargo de la firma Davide Groppi y en el que destaca la espectacular lámpara de comedor: una pieza única elaborada con un tronco de enebro recogido en la playa.
Por su parte, en el dormitorio principal, el dúo de luces fluorescentes Banner proyecta suaves columnas blancas para recibir la caída de la tarde. Allí encontramos también el aplique orientable Mira, de espíritu minimalista. Una sobriedad que tiene su continuación en los baños, donde las lámparas Juliet ceden su protagonismo a la pila de granito.
Ya en el exterior, el modelo cilíndrico Lenta crea una atmósfera acogedora, perfecta para veladas en la enorme terraza. Y para alumbrar los tramos de escaleras, nada mejor que una lámpara ajustable en altura como Bubka, estilizada y sumamente eficaz.
Aunque la nota más insólita la pone la minúscula lámpara Nulla: un solo punto de luz casi imperceptible, pero capaz de iluminar la sucesión de grutas artificiales. Tecnología LED llena de efectismo y teatralidad.