Se estima que cada año se desechan un total de 20.000 toneladas de tapas de plástico. Y muchas de ellas terminan formando parte de los 8,25 millones de toneladas anuales de residuos de ese material que acaban en el mar.
Son datos que dan que pensar, aunque a veces esas grandes cifras no basten para ver la magnitud del problema. Sin embargo, si pensamos que poniendo en fila todas las tapas de plástico de usar y tirar que se emplean al año solo en Nueva York se podrían dar casi cuatro vueltas a nuestro planeta, la necesidad de pasar a la acción resulta más que evidente.
Los diseñadores Tom Chan y Kaanur Papo –residentes en la Gran Manzana– ya se han puesto manos a la obra a través de su startup Unocup. Si el problema son las tapas, pensaron, ¿por qué no eliminarlas? Este sencillo razonamiento les llevó a idear un vaso de papel donde la tapa ya está integrada en la parte superior.
El sistema de plegado sobre sí mismo crea un cierre eficaz más barato que el tradicional y mucho más sostenible. Bastan tres sencillos movimientos para doblar las solapas e insertar la pestaña de cierre. Además, como en las tapas de usar y tirar, incorpora una abertura en uno de sus extremos para beber con el recipiente cerrado. Y, por supuesto, una vez abierto conserva todas las prestaciones de un vaso normal.
Con Unocup no es preciso abrir la tapa con mucho cuidado para evitar salpicaduras: una pequeña presión libera la pestaña sin proyectar una sola gota de líquido. Así mismo, al carecer de tapa separada, se sortean otro tipo de problemas, como que se derrame el contenido a través de una tapa mal cerrada.
Este nuevo vaso se adapta a la palma de la mano y su estructura uniforme no cede al presionarla, a diferencia del sistema tradicional. Como ventaja extra, la abertura curva para beber es ergonómica, adaptándose a los labios de manera natural, cosa que no ocurre con las tapas de plástico convencionales, más rígidas.
