La localidad gerundense de Peratallada, en la comarca del Baix Empordà, conserva como pocas el pasado medieval en sus calles y edificios. Su mismo nombre significa «piedra tallada» y da una clara imagen del uso extensivo de este material por la ciudad.

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Sin duda, su castillo del siglo X es la herencia más importante de la villa. Un majestuoso edificio compuesto por varias construcciones que poseen un patio común. El estudio barcelonés Mesura recibió el encargo de hacer de espacio exterior un jardín con terraza para el relax de los huéspedes de la casa de verano anexa.

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La primera regla era, por supuesto, respetar la historia del lugar y utilizar materiales locales. Como el emplazamiento presentaba un desnivel topográfico, la diferencia de alturas se salvó mediante la creación de diversas plataformas apoyadas sobre muros de hormigón. La existencia de una hermosa acacia centenaria puso el contrapunto vertical al pavimento de mármol travertino blanco turco.

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El material cubre los tres niveles de las terrazas con piezas recuperadas de otro proyecto realizado en tierras de Gerona. Dicho origen implicaba el uso de piezas no muy grandes de diferentes tamaños, lo que conllevó un esfuerzo extra de ajuste entre ellas para lograr una trama atractiva. Su disposición final es una compleja mezcla de rectángulos, que aun siguiendo un patrón a lo largo del todo el patio, no es fácil de detectar a simple vista.

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Como detalle para la relajación, los arquitectos de Mesura incluyeron una piscina desbordante, con una lámina de agua que fluye por la repisa de hormigón y es recogida por un canal.

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El patio cuenta así mismo con una ducha al aire libre -también de mármol-, bancos, muros bajos y grifos exteriores a fin de crear un ambiente acogedor. Las tomas eléctricas y la iluminación de acento se colocaron bajo los asientos de hormigón para hacer de este patio un lugar algo mágico a la caída de la tarde.

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En cuanto a la sostenibilidad del jardín, donde la hiedra cubre grandes áreas de la roca medieval, se diseñó un sistema de recogida de aguas pluviales para riego que se almacenan en un pozo de la época medieval con una profundidad de más de 9 metros.

Fotografía: Salva López

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