Las construcciones aisladas en plena naturaleza representan siempre un reto para un arquitecto. Y más aún cuando esta lleva décadas catalogada como área de excepcional belleza. Es el caso de la Fayland House, un proyecto iniciado en 2009 por el británico David Chipperfield (Londres, 1953).
La parcela en cuestión se encontraba en una zona boscosa sobre la formación caliza de Chiltern Hills, entre las localidades de Skirmett y Hambleden, en el condado inglés de Buckinghamshire. Además, en el terreno se había edificado anteriormente una enorme vivienda de dos plantas, con un montón de anexos (establos, un invernadero, un gimnasio y una piscina al aire libre) sin mucha relación entre sí ni con el entorno.
Así las cosas, los trabajos se centraron primero en restaurar el paisaje original, suprimiendo los elementos conflictivos que se habían ido superponiendo a lo largo de los años. También se recuperaron los pequeños campos de labor con sus setos originales y se repoblaron algunas áreas con árboles autóctonos.
Tras esta vuelta a la normalidad, había que contar con la pronunciada pendiente del sitio destinado a la residencia. Para no desvirtuar el efecto conseguido, se optó por una casa de una sola planta situada en la cúspide de la ladera.
Una extensa galería exterior con columnas ocupa toda la anchura del edificio, a la que se abren los espacios comunes, mientras que la parte trasera alberga las habitaciones auxiliares y cuatro patios interiores de diferente tamaño. La estructura de Fayland House la integra en el paisaje, al quedar sumergida en él. El más grande de los patios recuerda la disposición abierta de las granjas tradicionales de la zona.
El tejado de hormigón se cubrió con tierra vegetal, en la que se plantaron hierbas de la región. En cuanto a las paredes, de ladrillo blanco y mortero de cal, evocan la piedra caliza en la que se asientan.
El diseño de esta casa familiar supone un equilibrio entre unas robustas columnas, que reivindican con fuerza su carácter artificial, y la fusión natural con la colina. La incorporación de abundantes zonas acristaladas permite admirar las panorámicas privilegiadas del valle y los bosques desde cualquier punto.