Cada artista suele buscar algo que lo distinga de los demás, ese toque personal que impregne todas sus obras y las haga reconocibles para el gran público. En el caso de la ceramista escocesa Jennifer Lee (Aberdeenshire, 1956), ese estilo peculiar viene de la mano de unas tonalidades singulares.
A diferencia de muchos de sus colegas, no usa esmaltes en sus creaciones, sino que ha desarrollado un método propio para darles color mezclando óxidos metálicos en la arcilla antes de trabajarla. Sin el proceso de esmaltado, el paso por el horno no da lugar a superficies vidriadas, sino que se originan motas terrosas, halos y bandas de color en las vasijas.
En cuanto a las formas, el trabajo de Lee ha ido evolucionando desde sus inicios en los años 80 tras formarse en el Edinburgh College of Art y estudiar in situ la cerámica prehistórica norteamericana, contactando también con ceramistas contemporáneos de la Costa Oeste. En cualquier caso, sus obras son siempre recipientes, ya sean boles o jarrones, con diseños sencillos aunque elegantes.
Desprovistas de adornos innecesarios, cada una posee sin embargo una complejidad intrínseca de texturas atrevidas y sugerentes. Y todas ellas están realizadas a mano en su taller de Londres.
Con el paso de los años, sus obras son más refinadas, incluyendo asimetrías muy estudiadas que alteran el equilibrio inicial del recipiente y le dan una dimensión irregular. Son piezas de una claridad estética apabullante, pero que hablan del enorme trabajo de elaboración que hay detrás. La aparente mezcla libre de colores recuerda paisajes y formaciones geológicas, evocando procesos naturales, como la sedimentación de arena, limo y piedras.
Buena parte de esta magia terrosa y moteada se debe a los óxidos que combina, recopilados a lo largo de sus viajes por Japón, Australia, Estados Unidos y Europa –entre otros destinos– durante más de treinta años. De este modo ha conseguido un verdadero archivo de arcillas coloreadas, cada una de ellas embolsada y etiquetada con mimo. Con semejante arsenal en el taller, no es de extrañar (como ella misma confiesa) que algunas de estas mezclas las haya dejado reposar hasta dieciocho años antes de usarlas. Una maduración que sin duda ha valido la pena…
Imágenes gentileza Jennifer Lee.