Cuando la arquitectura consigue integrarse a la perfección en el medio natural, los resultados llegan a ser espectaculares. El complejo hotelero Amangiri Resort & Spa es un claro exponente de esa fusión armoniosa de líneas, colores y texturas, que enriquece una construcción sin perturbar el paisaje.
Inaugurado en 2009 en el sureste de Utah, se encuentra ubicado en plena región del Gran Círculo, un territorio navajo que incluye espacios naturales protegidos tan impresionantes como el Gran Cañón o el Monument Valley.
El proyecto contó con la colaboración de los arquitectos Marwan Al-Sayed, Wendell Burnette y Rick Joy. Juntos diseñaron unas fantásticas instalaciones para un retiro tranquilo; de hecho, Amangiri significa «montaña de paz» en la lengua local.
Los tonos ocres y la tierra roja del entorno desértico tienen su réplica en materiales como la piedra para los suelos, la madera de muebles y revestimientos o los múltiples elementos en hormigón visto (mezclado con áridos locales a fin de reproducir los colores neutros del valle y las montañas erosionadas). De este modo, la arquitectura se incorpora a la naturaleza como un complemento, colaborando en su exaltación en lugar de destacar sobre ella.
Los clientes ocupan suites o pequeñas villas cuyo interior cumple el precepto navajo del hózhó: armonía, belleza, salud y equilibrio. Todas cuentan con chimenea y un salón al aire libre con vistas panorámicas al desierto. Las más exclusivas añaden a estas comodidades una piscina privada o una terraza en la azotea.
El interiorismo también juega su papel a la hora de potenciar la comodidad. Los muebles y los elementos decorativos se inspiran en el estilo sureño estadounidense, aunque con pinceladas contemporáneas. Así, el cuero, la madera y el acero ennegrecido se alían con unas paredes acristaladas que introducen el salvaje oeste en todo su esplendor.
La serenidad se respira en todo el complejo, a la que sin duda contribuyen la magnífica piscina central (que envuelve uno de los promontorios rocosos), la zona de spa y el área para tratamientos estéticos. Sin embargo, también resulta una excelente base de operaciones para huéspedes con vocación más aventurera, que pueden disfrutar de viajes en barca por el río Colorado y de recorridos en globo o helicóptero por esta zona fronteriza con Arizona y Nuevo México.