El estudio turinés Carlo Ratti Associati (CRA), en colaboración con la empresa energética italiana Eni, ha desarrollado un llamativo exprimidor de naranjas que aprovecha la fruta en su totalidad. Bajo el nombre de «Feel the Peel», este original prototipo emplea las pieles desechadas de las naranjas para elaborar un bioplástico que, gracias a la impresora 3D incorporada, se transforma en un vaso desechable para bebernos el zumo recién exprimido.

La espectacular instalación incorpora una cúpula metálica con capacidad para cientos de naranjas. Conforme van deslizándose por las guías del singular paraguas, son dirigidas hacia la columna central, donde una máquina las corta por la mitad y las exprime. Una vez aprovechada toda la pulpa, las pieles caen a la parte inferior, donde se acumulan.

Tras un proceso de secado, molienda y mezcla con ácido poliláctico, las pieles se convierten en bioplástico, que se calienta y se funde para obtener un filamento. Este polímero es la materia prima que usa la impresora 3D para fabricar los vasos. Una vez cumplida su función, estos recipientes pueden reciclarse.

El proyecto es muy gráfico e instructivo, pues todas las etapas del proceso se muestran al espectador, incluida la impresión en tres dimensiones. Los visitantes pueden ver cómo las sucesivas capas concéntricas de biopolímero van conformando el vaso poco a poco. Además, el prototipo está realizando un recorrido por distintos espacios públicos de Italia para que la gente conozca este ejemplo práctico de circularidad ambiental aplicada a la vida cotidiana.

Como curiosidad, la cúpula de la exprimidora gigante tiene capacidad para 1.500 naranjas y la cúspide alcanza una altura de 3,10 metros. Desde luego, unos ingredientes para captar la atención de inmediato.

Carlo Ratti ha declarado que están trabajando para integrar nuevas funciones a la máquina, como la posibilidad de imprimir telas y elaborar prendas a partir de las peladuras.

Este trabajo continúa la exploración conjunta de CRA y Eni en el campo de la ciencia de materiales. Durante la pasada Semana del Diseño de Milán, el equipo ya utilizó micelio –la raíz fibrosa de los hongos– como material de construcción reciclable. Y en 2018 realizaron una prueba piloto para aprovechar residuos del procesado de alimentos: a partir de aceite para freír se produjo biocombustible, y se dio una segunda vida al poliestireno de las bandejas como aislamiento térmico.

Imágenes gentileza Carlo Ratti Associati (CRA).

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