El auge de la «fast fashion» o moda desechable –con sus grandes producciones en serie a muy bajo coste– ha democratizado la alta costura, pero a costa de crear prendas casi de usar y tirar. Se estima que cada cinco minutos una tonelada de productos textiles acaba en los vertederos y que se recicla algo menos del 1 % de los tejidos fabricados.

Para intentar frenar este enorme impacto ambiental, la diseñadora canadiense de origen iraní Roya Aghighi ha lanzado el proyecto Biogarmentry. En colaboración con la Universidad de British Columbia, ha sido capaz de elaborar ropa con algas fotosintéticas. Al usar células vivas, el tejido obtenido convierte el dióxido de carbono en oxígeno, por lo que representa una alternativa sostenible a la «fast fashion».

El alga unicelular utilizada (Chlamydomonas reinhardtii) pasa a formar parte de la trama junto con determinados nanopolímeros, provenientes de fibras de celulosa y proteínas. El resultado es un tejido 100 % natural, biodegradable y que recuerda el tacto del lino.

Para activar esta bioprenda, hay que dejarla expuesta a la luz solar directa durante unas dos horas, y en lugar de lavarla, basta con rociarla con agua una vez por semana. Al eliminar dióxido de carbono y producir oxígeno, la ropa mejora el entorno más próximo al usuario. Y si este tipo de tejidos se popularizase en un futuro, podría ayudar a reducir las emisiones de carbono a la atmósfera.

De momento, se estima la vida de este producto en alrededor de un mes, un plazo que puede ampliarse si recibe las atenciones precisas. Así pues, aparte del beneficio ecológico evidente, el ciclo de vida del tejido fotosintético depende directamente de la manera en que se cuida. Según Aghighi, eso activaría un cambio en nuestra relación actual con la ropa, lo que al final induciría una modificación de hábitos: si solo hemos de cuidarla un poco y obtenemos ventajas por hacerlo, quizá no estemos tan dispuestos a desecharla tras unos cuantos usos o cada temporada.

En todo caso, al final de su vida útil las prendas pueden eliminarse a través del compostaje. Aunque la técnica está en sus inicios, este campo de experimentación puede reservarnos más de una sorpresa en los próximos años.

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