La Estancia Morro Chico, ubicada en plena estepa patagónica, finalizó en 2019 una remodelación acorde a toda la historia que atesora. Fundada por un inmigrante escocés llegado a tierras argentinas a finales del siglo XIX, domina una extensísima llanura con vistas a la precordillera andina.
Más de un siglo después, los descendientes de este pionero confiaron a RDR Architectes –con sedes en Buenos Aires y Lausana– el proyecto de renovación y restauración de todas las instalaciones. Centrados en el negocio del ganado ovino, sus objetivos eran aumentar la producción de lana y carne, mejorar las condiciones de vida tanto de la familia como de los trabajadores y preservar un patrimonio centenario.
Las obras duraron cuatro años e incluyeron una nave para la maquinaria, zonas de esquilado, un pabellón destinado a vivienda del personal y una casa para la familia, todo ello de nueva construcción. Además, se restauraron muchos de los edificios ya existentes, como el antiguo cobertizo de esquila –aún en uso– para mantener viva una parte de la historia de la región.
La dureza del clima de la Patagonia ha obligado a sus habitantes a agrupar siempre casas e instalaciones de trabajo siguiendo un modelo de aldea compacta. RDR Architectes también adoptó ese ordenamiento, así como la construcción prefabricada típica de madera y metal revestida de chapa de acero ondulada. Un sistema muy similar al utilizado por los pioneros, dada la escasez de recursos locales y los problemas de logística que suponen los asentamientos en zonas tan aisladas.
No obstante, a pesar de la austeridad de los materiales y la sencillez de las líneas, el estudio fue más allá de la arquitectura tradicional, planteando grandes superficies acristaladas y elevaciones drásticas que brindan unas panorámicas insuperables.
La calidez de los revestimientos interiores de madera se equilibra con el aire rústico de la chimenea y los suelos de piedra, mientras que la chapa, más dura estéticamente, va incrementando su presencia conforme pasamos del ámbito residencial al puramente utilitario.
En cuanto a la producción de energía, se apostó por tecnologías limpias y renovables. La nueva instalación eólica y solar se complementa con una caldera de leña con apoyo de gas envasado. La madera proviene de desbroces de los bosques de ñires o hayas antárticas de la zona, reemplazando así el uso histórico del carbón extraído de los yacimientos cercanos de Río Turbio.