Adaptarse al paisaje. Fluir por la pendiente y mimetizarse con la vegetación. Sin estridencias, aprovechando el sustrato natural para añadir más belleza. Eso es lo que consigue LAMZ Arquitectura con su Cabaña Teitipac.

Construida en las áridas colinas de San Antonio Teitipac, dentro del estado mexicano de Oaxaca, el proyecto respeta el arbolado existente de copales y encinas. En lugar de plantear una casa compacta, el programa se dispone en dos volúmenes separados que siguen el pronunciado desnivel, uno semienterrado hacia el sur y el otro elevado hacia el norte.

El área privada, con una distribución en suite y revestida casi por completo de madera, potencia la idea de refugio, de gruta inusualmente cálida y acogedora en la montaña. Un abrigo que, sin embargo, descubre en uno de sus extremos un gran mirador panorámico en voladizo desde donde contemplar la naturaleza.

En cuanto al espacio público, queda organizado en el segundo volumen con la chimenea ocupando el lugar central y ejerciendo de separador de ambientes entre la cocina-comedor y la sala de estar. Aquí, los muros de piedra –elaborados con material de los propios montes– son el elemento predominante. Mientras que en el interior resaltan el aire rústico de la cabaña, en el exterior se funden cromáticamente con la ladera.

La mínima intervención en el paisaje era fundamental para el arquitecto Luis Alberto Martínez Zúñiga. Por ello diseñó un pasillo exterior acristalado para conectar ambos volúmenes. Su fino esqueleto de acero no enturbia las vistas a su través y juega con el concepto difuso de dentro y fuera que también observamos en los cuerpos principales de la vivienda. Así mismo, las escaleras son un reflejo mimético de la inclinación natural del terreno más allá de su valor utilitario.

Así pues, moldeando la casa en dos niveles con piedra, acero, cristal y madera se logra un diseño atemporal en el que los materiales se amalgaman con el terreno, una interconexión que irá creciendo con el tiempo. Y, a su vez, los propietarios disfrutarán del horizonte montañoso desde cualquier lugar de la cabaña, ya sea al calor de la lumbre o en cualquiera de los dos tejados habilitados como terrazas.

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