En algunas ocasiones, son los propios clientes quienes facilitan el trabajo de los arquitectos al establecer su particular «pliego de condiciones», aunque a veces les obliguen a idear soluciones ingeniosas. El estudio australiano MORQ pudo comprobarlo a la hora de proyectar su Cloister House, situada en Floreat, un barrio residencial de la ciudad de Perth.

Los futuros dueños, una pareja con hijos ya independizados, deseaban más que una vivienda al uso un refugio con iluminación suave donde vivir de forma relajada lejos del centro. Sin embargo, cuando el equipo fue a inspeccionar la parcela, se encontró con un panorama desalentador. La casa estaría frente a una carretera muy transitada y rodeada de un entorno sin apenas vegetación y con edificios comunes y corrientes.

Con un paisaje suburbano tan denso, era difícil crear un espacio relajante que además diera sensación de privacidad a los clientes. Pensando en lugares típicos de retiro, al equipo de MORQ le vino a la mente la idea de un claustro como algo orientado al interior. Por lo tanto, se trabajó en el concepto de una casa completamente cerrada que mirara hacia adentro y que ocupase la práctica totalidad de la parcela. Nació así la Cloister House, un santuario interior que da la espalda al tráfico, a los ruidos de la calle y a las miradas del vecindario.

Para construir ese mundo interior protegido se utilizaron muros de hormigón reciclado y prensado. Usando la antigua técnica del pisé, se moldeó un exterior monolítico muy resistente que cobija al patio, alrededor del cual transcurre la vida familiar: distribuye la luz natural, facilita la ventilación y hace olvidar con su abundante vegetación el ajetreo de la gran ciudad.

En cuanto a la distribución, se proyectaron dos áreas diferenciadas: una para los dueños, alrededor del vacío central, y otra para acoger a los hijos –que a menudo pasan unos cuantos días con sus padres– y los invitados en la parte trasera de la vivienda.

La solución estructural adoptada resulta ideal también para soportar los fuertes vientos y el sol intenso de esta parte de Australia. El patio extrae el calor de la casa en los meses más cálidos, al tiempo que favorece una ventilación cruzada constante. Los interiores, bañados con una luz suave, incrementan la sensación de frescor, y los suelos de baldosa de hormigón pulido aportan una continuidad cromática que potencia la calma y la relajación.

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