Cuando el empresario Nikos Karaflos compró una fábrica de vino abandonada en la playa de Kourouta –en la costa oeste del Peloponeso– para transformarla en un establecimiento turístico, pocos apostaban por él. Para ello eligió la firma de arquitectura ateniense K-Studio, que tras un largo proceso de diseño y burocracia ha materializado el sueño de su cliente: el Dexamenes Seaside Hotel.

La historia se remonta al negocio de las uvas de Corinto, iniciado en 1830, el primer producto de exportación del país hasta la crisis de 1910. Los excedentes acumulados tuvieron que convertirse en productos alternativos, por lo que aparecieron las primeras bodegas y destilerías.

Ese fue el origen de Dexamenes, erigido a pie de playa para facilitar la carga del vino en los barcos. Pasados los años 20, se abandonaron las estructuras industriales, que yacían en una de las zonas más hermosas del litoral.

K-Studio decidió preservar los edificios existentes mediante una reconversión que incitara a la calma. A partir de acero, hormigón, vidrio y madera (como referencia a los antiguos barcos) se diseñaron unos perfiles ligeros para potenciar la presencia de lo ya construido.

Se contaba con 2 bloques de hormigón que albergaban cada uno 2 filas de 10 depósitos de unos 5×6 metros, una medida ideal para convertirlos en habitaciones de hotel. En una primera fase, se construyó una línea de habitaciones idénticas con vistas al mar, así como una estructura ligera en uno de los extremos conectada a un paseo peatonal que, elevado sobre la arena, conduce a la playa.

Al hotel se accede por detrás de los depósitos, a través de un airoso pabellón-bar con voladizos donde las paredes de cristal no ocultan la playa ni el mar. Una vez en la habitación de 30 m2, el frescor interior libera al cliente del calor. Decoradas en colores terrosos, el huésped puede abrir de par en par los grandes ventanales correderos para que entre la brisa nocturna, o bien disfrutar del panorama diurno desde su terraza privada protegida con toldos.

Provistas de cama doble, sofá y baño separado por una pared de vidrio texturizado, las huellas del pasado afloran en los revestimientos, testigos de una riqueza hoy renovada.

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