Si en el gótico las catedrales apuntaban al cielo para buscar a Dios, en la Finlandia de los años 60 dos hermanos prefirieron dirigir esa mirada hacia el subsuelo. La verdad es que la iglesia luterana de Temppeliaukio –la más icónica de Helsinki y una de las más singulares del país– se hizo esperar, pero el resultado final no deja de sorprendernos.

Los planes para construir un templo en la parroquia de Töölö, al oeste del centro urbano de la capital finlandesa, ya habían comenzado en 1906. Sin embargo, tras varios concursos convocados en la década de 1930, nadie presentó una propuesta satisfactoria. La Segunda Guerra Mundial dio al traste con esta aspiración, y hubo que esperar hasta 1961 para que los arquitectos Timo y Tuomo Suomalainen asombraran a sus compatriotas con una propuesta radical.

El proyecto, calificado como «absolutamente original» por el jurado, contemplaba la excavación de la piedra para moldear el interior de la iglesia, aprovechando las rocas generadas para conformar su perímetro, dejando a un lado los edificios parroquiales dentro del parque adyacente.

La idea era un tanto arriesgada y, de hecho, la opinión pública no fue al principio muy favorable, ya que preferían un edificio tradicional que no les recordara a un búnker. A pesar de esa oposición inicial, el programa se llevó a cabo sin cambios y la conocida como Iglesia de la Roca se inauguró en 1969 con gran éxito, llegando a atraer en 1972 a más de medio millón de visitantes.

La planta del edificio se ubicó tomando como referencia la calle más alta, por lo que el visitante accede al interior de la iglesia sin necesidad de escaleras. La impresionante cúpula de 24 metros de diámetro y revestida de cobre se asienta sobre un entramado radial de finas estructuras de hormigón pretensado. El espacio entre cada una de ellas se traduce en un anillo perimetral de 180 ventanas que inundan el templo de luz natural.

Dotada de una acústica excelente y de una potente fuerza dramática gracias a sus paredes de roca sin labrar (que incluyen una grieta de la Edad del Hielo tras el altar), la Iglesia Temppeliaukio también acoge conciertos y recitales. Además, sigue siendo un lugar de peregrinación para los entusiastas de la arquitectura poco convencional.

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